Campaña nacional exige acciones urgentes ante crisis de electrocuciones en fauna silvestre
Los centros de rescate atienden un animal electrocutado cada 3 a 5 días. Estas organizaciones denuncian inacción del Estado pese a decreto vigente
Costa Rica enfrenta una emergencia silenciosa que afecta directamente a su biodiversidad: la electrocución de fauna silvestre. A pesar de contar con un decreto ejecutivo que obliga a prevenir estos hechos, su implementación ha sido prácticamente inexistente. Ante esta omisión, una coalición de 19 centros de rescate y grupos conservacionistas lanzó la campaña nacional “Esto NO es Pura Vida”, con el objetivo de presionar a las autoridades y empresas eléctricas para que actúen.
La iniciativa busca reunir la mayor cantidad de firmas posibles —físicas y digitales— para exigir que se cumpla el Decreto Ejecutivo 44329-MINAE, publicado en enero de 2024, el cual establece medidas obligatorias para evitar la electrocución de animales en redes eléctricas. El decreto otorgó al Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) la responsabilidad de fiscalizar su cumplimiento, pero según los centro de rescate, hasta ahora los esfuerzos no han pasado del papel.
En regiones como Nosara, International Animal Rescue (IAR) reporta cerca de 100 casos anuales de animales electrocutados. En el Caribe, el Jaguar Rescue Center atendió 53 individuos en 2024. Estos incidentes, lejos de ser aislados, se han vuelto una constante: los centros de rescate reciben animales afectados por descargas eléctricas cada tres a cinco días. La gran mayoría no sobrevive.
“Los animales silvestres no distinguen entre una liana y un cable eléctrico. Cuando intentan cruzar fragmentos de bosque usando líneas de transmisión, la descarga puede alcanzar hasta 35.000 voltios. El dolor y los daños son indescriptibles”, afirmó el doctor Francisco Sánchez, director veterinario de IAR.
Las víctimas más comunes son monos congos, perezosos y tamandúas. Muchos de ellos, al sobrevivir, sufren quemaduras internas y externas, amputaciones, traumas severos o quedan con secuelas permanentes que les impiden regresar a su hábitat. En los casos más extremos, los animales deben ser sacrificados para evitar sufrimiento prolongado.
El impacto va más allá del individuo herido. En tropas de monos aulladores, por ejemplo, cuando muere el macho alfa, otro lo reemplaza y suele matar a las crías de su antecesor. Esto genera muertes indirectas que también afectan a las poblaciones. Además, decenas de crías quedan huérfanas y su rehabilitación representa un desafío costoso y de largo plazo para los centros de rescate.
Causas prevenibles, consecuencias devastadoras
La raíz del problema no está en la naturaleza, sino en el desarrollo humano. El crecimiento urbano desordenado ha fragmentado los hábitats naturales, obligando a los animales a cruzar por zonas urbanas y usar tendidos eléctricos como rutas alternas. A esto se suma la existencia de transformadores obsoletos, cables sin aislamiento y una débil aplicación de leyes como la Ley de Conservación de Vida Silvestre y la Ley Orgánica del Ambiente.
Aunque el Decreto Ejecutivo 44329 establece responsabilidades claras para entidades que se encargan de brindar el servicio de alumbrado público, las organizaciones ambientalistas denuncian que no se han tomado acciones concretas. Las zonas de alto riesgo siguen sin ser intervenidas, y la coordinación con los centros de rescate es escasa o inexistente.
El MINAE reconoce que “nuestros ecosistemas nacionales están sumamente fragmentados, no solamente por los cableados eléctricos, sino también por las carreteras y el desarrollo urbano mal planificado”, lo cual obliga a la fauna a desplazarse constantemente en busca de recursos para sobrevivir.
Ante esta realidad, según la vocera de dicho ministerio, Shirley Ramírez, se han venido desarrollando acciones conjuntas con las empresas eléctricas para implementar el decreto, incluyendo talleres regionales donde participan comunidades, municipalidades y sociedad civil, con el objetivo de “buscar y desarrollar planes de atención regionales frente a las interacciones negativas, en este caso, la electrocución de fauna.
"Ya tuvimos un taller y vamos a tener otro taller a nivel regional, donde las empresas lideran estos procesos con la comunidad, con las municipalidades y con la sociedad civil, para buscar y desarrollar planes de atención regionales frente a las interacciones negativas, en este caso, la electrocución de fauna.
"También se tiene el apoyo de Aresep. Dentro del decreto se creó un Grupo de Electrificación Sostenible que busca soluciones integrales, donde participan todas las empresas de distribución eléctrica, Aresep, Minae la Setena, el Sinac, la Comisión Nacional para la Gestión de la Biodiversidad del Minae y organizaciones de la sociedad civil como Human Work for Animals", agregó Ramírez.
Este equipo realiza análisis detallados para definir las mejores medidas y procesos que las empresas deben seguir, basándose en una guía técnica con recomendaciones mínimas obligatorias. El decreto vuelve obligatorio el uso de esta guía, tanto para reducir las electrocuciones en tendidos ya existentes como para prevenirlas en nuevas instalaciones.
Como enfatizan desde el MINAE, “cuando ya tenemos un animal muerto, hemos sufrido una pérdida incalculable para la biodiversidad y un deterioro ambiental. La idea es desarrollar acciones para prevenir y reducir esta pérdida.”
Un llamado al país entero
La campaña Esto NO es Pura Vida no solo busca evidenciar una problemática urgente, sino también mover a la acción. La coalición responsable de esta iniciativa convoca a la ciudadanía a unirse con su firma para exigir el cumplimiento del decreto y la implementación de medidas técnicas eficaces y sostenibles en todo el país.
“Muchos hemos sentido un pequeño ‘jalón’ por tocar un tomacorriente en casa. Imagine entonces el dolor de un animal que recibe miles de voltios recorriendo su cuerpo, sin entender lo que ocurre. Este sufrimiento no puede seguir siendo invisible”, agregó el doctor Sánchez.