POR Juan José Herrera | 13 de noviembre de 2025, 9:20 AM

Mientras los diferentes aspirantes a la Presidencia de la República buscan cualquier espacio para presentarse ante el electorado, la candidata de Pueblo Soberano, Laura Fernández, se niega a participar en debates o foros contra sus rivales en la carrera hacia Zapote.

El último ejemplo sucedió apenas este miércoles, cuando Fernández desistió de participar en el debate que organizó la Junta de Pensiones y Jubilaciones del Magisterio Nacional (Jupema), cita en la que estuvieron 15 de los 20 candidatos.

Consultada, la campaña de Fernández se limitó a replicar la respuesta que ya le había dado a Evelyn Fachler en su programa Por tres razones, donde la politóloga primero dijo que uno de sus principales retos en la campaña era darse a conocer, pero poco después insistió en que no participaría de ningún debate hasta enero próximo.

“Yo tengo una agenda de campaña muy estratégica y tengo todos los debates importantes, relevantes para este país, agendados para enero próximo”, aseveró.

Ahí mencionó, como ejemplos, que estará en el debate organizado por el Tribunal Supremo de Elecciones y también en el de Radio Columbia, así como espacios organizados por Estado de la Nación.

“Estoy con mucho sentido de responsabilidad atendiendo la agenda de la campaña, evidentemente no puedo ir a todas las cosas que me invitan siempre”, finalizó.

Pero, ¿es esta una buena estrategia?

Los expertos coinciden en que, con su posición en las encuestas, el riesgo de que Fernández pierda capital político en los debates es alto, pero difieren sobre si ese es el camino correcto para ella o cualquier otro aspirante.

“Me parece que es riesgoso e inapropiado (no asistir a debates) si la consideración de ella es que tiene una suficiente ventaja y una exposición pública infinitamente superior a la de sus contrincantes, entonces desde ese punto de vista sería riesgoso y eventualmente contraproducente para ella exponerse a debatir ideas.

“Por otro lado, es un cálculo que hasta el momento puede beneficiarla, pero si usted me pregunta si esto le va a rendir para mantener el capital electoral y la ventaja que dicen las encuestas que tiene, eso no lo vamos a saber ni usted ni yo”, explica Rotsay Rosales, coordinador del Observatorio de la Política Nacional de la Universidad de Costa Rica.

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Rosales insistió en que, si bien exponer las ideas y propuestas ante la ciudadanía puede entenderse como lo deseado o esperable, la realidad es que en el análisis estratégico de las campañas ese discurso no es prioritario.

Ahí coincide el politólogo Sergio Araya, quien afirma que la estrategia de Fernández y su círculo asesor parece estar concentrada en arriesgar lo menos posible su capital y evitar escenarios que no sean controlables por ella o su equipo de campaña.

Sin embargo, una decisión de esa calibre, insiste, debería ser producto de una estrategia muy precisa.

“Es decir, que se hacen mediciones, se construyen escenarios, se analizan costos y beneficios y se busca el escenario menos riesgoso o visto de otra forma, el más favorable.

“Porque es evidente que esa estrategia de la invisibilización o de la discriminación de lugares a los cuales acudir y a los cuales no, puede también tener una debilidad, puede generarle un efecto boomerang, porque si comienza a no participar en espacios, y esto es de manera sistemática, le da pie a los contendores a querer desacreditarla no en el propio debate, sino justamente a construir una narrativa que vaya en la línea de desacreditar su ausencia o su inasistencia”, dijo Araya.

Precisamente ayer mismo, luego de su ausencia en el espacio de Jupema, la candidata de la Coalición Agenda Ciudadana, Claudia Dobles, presentó a la ciudadanía su “contador de debates” en el que detalla todas las ausencias de Fernández, que ya suma dos debates y cinco foros.

“Costa Rica necesita escuchar todas las voces y contrastar ideas. La democracia se construye dialogando, no huyendo o escondiéndose. Quienes aspiramos a liderar este país tenemos el deber de dar la cara e informar a la ciudadanía”, cuestionó Dobles.

Contador de debates.

El otro punto no menor es que, actualmente, los estudios de opinión señalan que más de la mitad del país no sabe todavía por quién votar y que esa masa de indecisos podría inclinar la balanza electoral hacia cualquier lado.

“Alejarse de este tipo de espacios le genera menos desgaste y puede controlar la generación de una imagen negativa, pero también le puede generar problemas con la captación del votante indeciso.

“Los estudios electorales y postelectorales muestran que aproximadamente un 25% del electorado toma decisiones durante los meses de noviembre y diciembre y que los debates son de los espacios más utilizados por la ciudadanía para captar información. Entonces, al no exponerse, al no participar en los debates, también está perdiendo oportunidad de captar este voto, que podría ser aprovechado por los otros candidatos y candidatas que están participando”, dijo a su vez José Andrés Díaz, politólogo investigador del Idespo-UNA.

Antecedentes peligrosos

En ese mismo análisis, los expertos recordaron que el caso de Fernández está lejos de ser el primero de un candidato que rechaza el debate público en Costa Rica.

El caso más recordado, sin duda, es el de Óscar Arias en la elección de 2006, donde se negó a participar de debates incluso durante la campaña interna de Liberación Nacional, en la que venció a Antonio Álvarez Desanti.

Precisamente, de esa campaña se recuerda una frase del expresidente que ha vuelto a aparecer en redes sociales a partir de la postura actual de Fernández: “Las águilas habitan en las cumbres y cometerían un gravísimo error si bajan al fango a pelear con los caracoles”, dijo al diario La Nación hace dos décadas.

En esa elección presidencial, Arias venció a Ottón Solís por un ajustadísimo 1,12%, que se traduce en solo 18.169 votos.

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“Óscar Arias sistemáticamente se abstuvo o se negó de participar en debates de manera prematura, sobre todo en debates organizados por las universidades públicas. Ahí el cálculo era otro, en una coyuntura de altísima polarización por el TLC y siendo Óscar Arias el personaje más identificado con una de las dos tendencias en disputa.

“Para él, evidentemente, resultaba demasiado riesgoso y hasta hostil participar en ese tipo de debates y fue una elección que estuvo muy cerca, no sé si decir de perder, pero sí fue muy ajustada... Entonces no es algo novedoso lo de doña Laura, sino de alguien que va ganando, como pensaba Arias, y no quiere arriesgar su capital”, dijo Rosales.

El otro caso es mucho más reciente.

“En 2018, Fabricio Alvarado también tomó una estrategia similar, redujo su participación en debates con Carlos Alvarado e incluso al inicio estableció hasta una estrategia donde filtraba las preguntas de la prensa o pedía que se las enviaran por adelantado antes de dar entrevistas y esto le terminó siendo también contraproducente, porque no le permitió visibilizarse más allá de las ideas que alguna parte del electorado tenían preconcebidas durante la primera ronda”, recordó Díaz.

Los expertos también coinciden en un último punto: fueron los debates los que, hace casi cuatro años, colocaron a Rodrigo Chaves en la retina popular.

“En estos tiempos, con el perfil de electorado que tenemos, no es lo más aconsejable rehuir a tantos espacios de debate. Creo que es una estrategia equivocada en un contexto donde la fidelidad al voto es ahora mínima y donde, además, hay una alta volatilidad del electorado”, sentenció Araya.