Por Paulo Villalobos |30 de mayo de 2025, 10:00 AM

Los gritos de los congos más bravos. El sobrevuelo de aves coloridas de todos los tamaños habidos y por haber. O el más sigiloso de los desplazamientos de gigantescos cocodrilos en busca de su próxima presa.

Esa es la vida que, a simple vista, brota de la paradisiaca laguna Madre de Dios, en Batán de Matina, Limón. Pero por debajo del agua pasan cosas que nadie puede ver, hasta que salen a flote.

Tal vez con mayor lentitud que la que tienen las tortugas en los alrededores del majestuoso cuerpo de agua, en su corriente avanzan flujos de contaminación que acaban ingeridos por los peces que comparten la navegación con la lancha que internó a un equipo de Teletica.com en lo más profundo de esa selva.

Conforme la embarcación se adentra a toda velocidad y con saltos entre ramas, lianas y hojas verdes, se vuelve más visible la muerte que causa la contaminación con pesticidas de los caudales, como desde hace años lo ha identificado el Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional de Costa Rica (IRET-UNA).

Una vez en la laguna Madre de Dios o en la de Santa Marta, es cuestión de prestar atención para observar los cadáveres blancos flotando por doquier. Misma situación ocurre en el río Chirripó y la Barra de Matina, según pudo constatar este medio.

Algunos de esos peces son estrombal; otros, robalo. La mayoría son pequeños, pero no faltan los más grandes, con pesos de hasta cinco kilogramos.

Cosa de años

Los incidentes con químicos vertidos en plantaciones agrícolas que caen al agua, arrastrados por las lluvias, datan de los 80.

Tal vez su momento cumbre fue un incidente ocurrido en 2003, como recuerda en conversación con este medio el empresario turístico local, Julio Knight.

Aquella vez, 20.000 litros del fungicida Bravo 72 llegaron a los torrentes, tras un incidente ocurrido en el Aeropuerto de 24 Millas de Matina. Esa vez, el Estado fue indemnizado.

Pero las más recientes —y constantes— denuncias no han corrido con la misma suerte que ese evento de hace 22 años.

"No puede ser posible que durante tantos años nos estén matando. O sea, las comunidades pequeñitas vivimos de esto, vivimos de la pesca, vivimos de la naturaleza, y si este montón de productos están llegando a las lagunas, nos están matando.

"Nos están matando a nosotros, están matando a nuestro entorno, nuestro vivir. Están matando a la naturaleza y a todos los animales. Así como matan los peces, no sabemos si están matando a las tortugas, a los caimanes, a los cocodrilos y a todos los animales que se pueden alimentar de un pez. Además de eso, a las especies pequeñitas, como macroinvertebrados y bichillos que hay en el agua, que también podrían estarse viendo afectados por estos productos", contó el también dirigente comunal a Teletica.com.

Precisamente, este medio pudo observar cómo varios patos aguja se mantenían a la orilla, mientras consumían agua cerca de donde yacían algunos peces muertos.

De esas aguas, Knight toma muestras para análisis de la Universidad Nacional. Su objetivo es que, ojalá algún día, se pueda encontrar el origen de la contaminación.

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