25 de octubre de 2022, 8:00 AM

Carlos Aguirre / Consultor Desarrollo Humano Estratégico.

La mayoría de las empresas han regresado de forma parcial o total a sus sitios de trabajo. Ante esta situación surgen varias interrogantes para dichas organizaciones: ¿cómo habrán encontrado su cultura luego de casi ya tres años de pandemia? ¿La cultura que tenían en el 2019 se parece a la que encontraron en el 2022? ¿Qué están haciendo para medirla y determinar cuál es la requerida para enfrentar los desafíos que nos trae ahora BANI (siglas que en inglés significan: un mundo frágil, con ansiedad, no lineal e incomprensible)?

Ahora que las empresas están en la elaboración de sus planes estratégicos para el 2023, y de acuerdo con Peter Druker, estas tienen la obligación de determinar cómo evitar que su cultura se coma a su estrategia a la hora del desayuno.

Hoy es importante medir la cultura de nuestras empresas, al menos para establecer si tenemos una cultura humanista, responsable y competitiva, así como para determinar cuánto peso le vamos a colocar a cada una de estas en un mundo donde los clientes están siguiendo a las empresas por su responsabilidad social y ambiental, mientras que los colaboradores se quedan en sus trabajos si sus valores están en sintonía con los valores de la organización.

Muchas compañías fracasan en la ejecución de la estrategia por no tener una cultura coherente y alineada. Las culturas prósperas y resistentes soportan los buenos y los malos tiempos. Se trata de culturas ágiles que demuestran su resistencia durante los tiempos difíciles cuando experimentan una interrupción minimizada de los resultados clave, entre ellos, la productividad, el servicio al cliente y las ganancias.

A continuación, se citan algunos ejemplos de cultura empresarial:

  • De qué se habla o no (tabú) en el comedor, es decir, lo que los colegas piensan, dicen y hacen mientras trabajan juntos;
  • si la vestimenta informal está bien y qué tan casual es dentro de la organización;
  • si los empleados prefieren colaborar o trabajar solos;
  • cómo se brindan las oportunidades de ascenso, propósitos y conductas;
  • en qué forma se distribuyen las asignaciones de trabajo;
  • si es posible tener tiempo cara a cara con un ejecutivo;
  • cómo se llevan las personas de los diferentes departamentos y equipos.

La cultura de su empresa determinará en gran medida su reputación, tanto interna como externamente. Una cultura vibrante mantendrá a los empleados más comprometidos y ayudará a atraer y retener a los mejores talentos.

Una cultura adecuada ayudará a fomentar los siguientes beneficios duraderos:

  • mayor compromiso;
  • creatividad e innovación;
  • reducción de la rotación;
  • mejora de la experiencia y la satisfacción del cliente;
  • mayor productividad;
  • mayores ingresos y ganancias;
  • moral alta;
  • mayor interés de los mejores talentos.

Medir la cultura actual frente a la requerida es algo que se debería aplicar en las organizaciones de forma regular. Es necesario considerar la cultura como una ventaja competitiva para que no se convierta en una desventaja. Por lo tanto, una cultura corporativa es la única ventaja sostenible que tienen las organizaciones en un mundo de cambios acelerados.

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