4 de abril de 2022, 6:53 AM

Carlos Aguirre / Consultor Desarrollo Humano Estratégico.

En Japón existe una aldea que posee el mayor índice de longevidad del mundo. Se llama Ogimi y en ella viven centenarios que se sienten eternamente jóvenes, pues padecen menos enfermedades crónicas que sus pares y muestran un envidiable nivel de vitalidad, pero ¿cómo lo consiguen? La respuesta está en un concepto originado en dicha aldea: ikigai.

Héctor García y Francesc Miralles se dedicaron a investigar sobre el ikigai y cómo lo aplican las personas en Ogimi. Dichos autores recogieron sus conclusiones en el libro Ikigai. Los secretos de Japón para una vida larga y feliz (2016).

¿Qué es ser ikigai?

Por lo general, la palabra ikigai se utiliza para indicar la fuente del valor de la vida de uno o las cosas que hacen que la vida valga la pena. También, la palabra se utiliza para referirse a las circunstancias mentales y espirituales en donde las personas sienten que sus vidas son valiosas.

Sin embargo, ¿cuáles son los principales aprendizajes que nos dejan el concepto de ikigai y el pueblo de Ogimi?:

  • Mantenernos activos, no retirarnos. Un día nos debemos retirar de la vida laboral y empresarial, pero no por ello debemos abandonar los sueños, las aspiraciones y el sentirnos útiles. La pregunta que salta es qué estamos haciendo hoy en nuestro presente para que este primer principio sea una realidad.
  • Tomarnos con calma. Uno de los principales tipos de enfermedades que aparecen son las mentales, específicamente, las que tienen que ver con la ansiedad y la angustia, producidas por el estrés de no sabernos controlar antes los diferentes acontecimientos que esta vida nos depara. En la actualidad, tenemos una vida demasiado dinámica y nos hemos olvidado de lo importante que es tener esa paz mental.
  • No comer hasta llenarnos. La gula, el comer compulsivamente, hace que nuestro organismo no funcione de la mejor forma. ¿Cuánto le ayudaríamos al sistema digestivo si aprendiéramos a comer con moderación?
  • Cuidar a nuestros amigos. “¡Ay del solo!, que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante”. Se trata de tener a alguien con quien compartir las cosa buenas y no tan buenas de la vida. ¿Estamos cuidando de nuestros amigos? ¿Estamos sacando el tiempo para ir por una rica taza de café?
  • Entrenarnos para nuestro próximo cumpleaños. Nos ofendemos por la edad, pero un dicho irlandés dice: “Nadie tiene derecho de quejarse porque está envejeciendo, pues algunos no han logrado hacerlo”. No sabemos cuándo será nuestro último día, por lo que debemos cuidar la nueva vuelta al sol. La vida es lo más importante que tenemos. 
  • Sonreír. Contemos los múltiples beneficios que tiene el sonreír para nuestro cuerpo, para vivir el día con una mejor actitud y para contagiar a los demás con nuestra propia energía. El pueblo de Ogimi es uno de los más pobres de todo. Japón, parece que el tiempo se detuvo cuarenta años, pues fue de los que más sufrió con la guerra; no obstante, su gente se caracteriza por su buena actitud.
  • Conectarnos con la naturaleza. Son múltiples los beneficios que la naturaleza nos regala con solo el hecho de ir a contemplarla, caminarla y quedarnos ahí hasta que la noche llegue. Deberíamos llevar más a menudo a nuestros colaboradores a disfrutar de las maravillas naturales que tienen nuestros países.
  • Dar las gracias. ¿Cuándo fue la última vez que dimos las gracias por el simple hecho de ver, oler y sentir la brisa en la cara? Son cosas que damos por sentadas y que no disfrutamos como se debe. 
  • Vivir el momento. Esto es algo fácil de decir, pero muy complicado de aplicar, cuando más bien estamos viviendo en todas partes, menos en el presente.  El pasado solo se puede reinterpretar, pero no lo podemos cambiar, mientras que el futuro lo construimos en el presente.

Sigue tu ikigai, tu propósito, la razón por la cual crees que estás en esta tierra. Algunas de las razones expuestas son muy sencillas de llevar a cabo y demuestran el hecho de que Ogimi sea el punto más longevo del planeta. Existen tantas personas buscando la eternidad, cuando en realidad parece que es sencillo vivir por muchos años.