11 de julio de 2022, 16:05 PM

Dr. Alexander López/ Académico de la Universidad Nacional. 

Una simple caminata por el Centro Histórico de Tallin, con sus edificaciones medievales y las catedrales ortodoxas, permite descubrir que estás en un país con un nivel de conectividad muy por encima del promedio. Recientemente, estuve de visita en Tallin, Estonia, donde tuve la oportunidad de ser testigo (aunque claro muy superficialmente) de lo que podría parecer ficción, es decir, que una antigua república soviética a orillas del Mar Báltico con solo 45.227 km² que se extienden sobre todo por bosques, lagos e islas, es la sociedad digital más avanzada del planeta.


La pregunta clave es ¿cómo Estonia llegó a convertirse en el primer país digital del mundo?

Se debe recordar que Estonia se independiza de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviética en 1991, en ese momento no tenían ni Constitución, las infraestructuras estaban obsoletas y en malas condiciones, y el sistema bancario, desde luego, muy por detrás del estándar occidental. Desde luego no disponían de grandes presupuestos para la reconstrucción, por lo que la creación del Estado digital fue de muchas formas la respuesta a la crisis, es decir, fue el instrumento de sobrevivencia en una época de transición.  

 

Parece importante reconocer que, pese a que hoy se valora negativamente el legado soviético, hubo un aspecto que de alguna manera contribuyó a que el país tuviera esa visión digital, y eso fue que Moscú ubicó allí en 1960 el Instituto de Cibernética, convirtiendo a Tallin en uno de los principales polos soviéticos en computación. Así, una vez que Estonia obtuvo su independencia, el país estaba en la ruina, pero un grupo de políticos con conocimientos en computación e ingeniería supieron ver las oportunidades de la incipiente era de internet.


Hoy día, los estonios pueden acceder al 99% de los servicios de la administración pública a través de internet, Los estonios tan solo necesitan una conexión a internet para votar, renovar su licencia de conducir, hacer la declaración de la renta, impugnar una multa de tráfico, registrar una empresa, acceder a su historial médico etcétera. Solo hay tres excepciones, tres servicios que siguen requiriendo presencia física: las bodas, los divorcios y las transacciones inmobiliarias.


¿Cuáles son algunos hitos en este proceso de consolidación de Estonia como el primer país online del mundo?


Primero, en el año 2000, Estonia se convirtió en el primer país en aprobar una Ley de Telecomunicaciones por la que se declara el acceso a internet como un derecho universal, eso ha hecho que el uso y acceso a internet sea generalizado, incluso eliminando la brecha generacional.


Un segundo elemento es que desde el año 2002, cada ciudadano dispone de firma digital y de una tarjeta de identificación con chip electrónico donde están todos sus datos, que no se pueden compartir sin su consentimiento.

Igualmente, en el año 2005 esta región báltica fue pionera en implementar el voto electrónico en unas elecciones locales. En los últimos comicios al Parlamento Europeo, en mayo de 2019, el 46,7% de los votos fueron emitidos vía internet.


En cuarto lugar, el sistema educativo de Estonia está también en función de apoyar la idea del Estado digital. El país estableció como prioridad en las escuelas el desarrollo de habilidades informáticas y digitales, con materias como la ciberseguridad, la robótica y la programación, lo anterior ha dado como resultado que, desde hace años, sus estudiantes ocupen los primeros puestos del informe PISA.

Finalmente, con el fin de atraer a empresarios y trabajadores cualificados, Estonia es el primer país en introducir una identidad digital denominada “e-Residency”. Esta figura no otorga la ciudadanía o residencia, lo que si permite es acceder a todos los trámites con la administración de Estonia, e incluye la posibilidad de crear y gestionar una empresa online.


¿Qué pasa con la posibilidad de ataques cibernéticos?


La concienciación respecto al peligro que suponen los ciberataques se refleja en la existencia del primer cuerpo de cibersoldados del mundo. Un grupo de voluntarios expertos en tecnología entrenados para entrar en acción al instante. No es casualidad que el país albergue el Centro de Excelencia de la OTAN para la ciberdefensa.

Igualmente, en 2017, Estonia abrió en Luxemburgo la primera “Embajada de Datos”. Un centro de alta seguridad ubicado dentro de las instalaciones del Ejecutivo luxemburgués donde guarda una copia de toda su administración, con información tan sensible como su sistema de pensiones, su sistema de pagos o su catastro. 


En conclusión, el ejemplo de Estonia nos debe hacer reflexionar y actuar, lo aquí señalado muestra que la innovación no puede ser patrimonio exclusivo del sector privado, los gobiernos no pueden y sobre todo no deben quedarse atrás, y claramente no se trata de ser el Estado más rico del mundo, ni el más grande o poderoso, pero sí se necesita un Estado gobernado con tomadores de decisiones con visión prospectiva y con capacidad gerencial para tomar las decisiones que se requieran en el momento que se necesite.


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