24 de enero de 2022, 8:00 AM

Carlos Aguirre / Consultor Desarrollo Humano Estratégico.

Desde el punto de vista contable, los activos pueden ser definidos como aquellos elementos que representan los bienes, los derechos y otros recursos controlados económicamente por la empresa. También se podría añadir que un activo es un bien o un derecho que la empresa posee, así como muchas otras definiciones que brindan los contadores.

Sin embargo, ¿se ha preguntado cuáles son sus principales activos?, ¿cómo se cuida de ellos?, ¿tendrán una vida útil estimada?, ¿se deprecian?, y ¿qué pasa si se deprecian?

Quizás damos por sentados nuestros propios activos, pero a estos les deberíamos poner un poco más de atención, considerando que estamos en un mundo que no nos permite aburrirnos, ya que podemos estar concentrados en el aquí y el ahora, perdernos durante horas inútiles en las redes sociales o realizar muchas otras actividades características de un contexto hiperconectado. No obstante, se trata además de un mundo que se define por ser frágil, con ansiedad, no lineal e incompresible.

Proteger los activos implica cuidar el mejor activo que tenemos para hacer una contribución al mundo: nosotros mismos. Si no invertimos lo suficiente en nosotros mismos —y con eso me refiero a nuestras mentes, cuerpos y espíritus—, dañamos la herramienta fundamental, nuestra persona, que necesitamos para hacer la mayor contribución.

Necesitamos ser tan estratégicos con nosotros como con nuestras carreras y negocios. Es fundamental que bajemos el ritmo, nos consintamos y nos demos combustible para explorar, prosperar y realizar. Si nos vamos a las estadísticas de la OMS (Organización Mundial de la Salud), uno de los principales problemas actuales son las enfermedades mentales, lo cual resulta bastante coherente si consideramos los desafíos que enfrentamos en esta época.

Ante lo anterior surge una serie de preguntas: ¿cómo está protegiendo su principal activo, es decir, usted mismo?, ¿cuáles son aquellas estrategias que ha diseñado para este nuevo año?, y ¿cómo se dará cuenta de las metas que va alcanzando?

Una de las frases que nos ha acompañado los últimos años es la siguiente: “la velocidad con la que debemos cambiar debe ser superior a la velocidad con la que aparece la necesidad”. Si la necesidad apareció, entonces ya puede ser muy tarde. Por ejemplo, no deberíamos visitar a los nutricionistas o los especialistas en medicina cuando estamos enfermos, lo debemos hacer antes de que esto suceda.

Cuidar nuestro activo más valioso, nosotros mismos, requiere de una buena dosis de saber cuáles son nuestras prioridades. Si bien es cierto tenemos diferentes dominios (por ejemplo, somos trabajadores, empresarios, papas, hijos, amigos, etcétera), en todos deberíamos tener una muy buena calificación. ¿Cuál debería ser la estrategia para salir bien evaluado en estos ámbitos?

De esta forma, ¿cuándo será la próxima vez que se vaya a consentir? ¿A bajar ese ritmo? ¿Será hasta las próximas vacaciones? ¿Cuáles estrategias puede incorporar en su quehacer diario para proteger su activo más valioso? ¿Quizás sea administrar cómo está invirtiendo el tiempo o aprender a decir “no”?

El activo más valioso que tenemos somos nosotros mismos y debemos de cuidarlo y protegerlo de la mejor manera posible. Esto marcará una gran diferencia en nuestra vida personal y profesional.