Por AFP Agencia |14 de septiembre de 2021, 5:20 AM

Aplaudido al llegar de visita a un centro de vacunación en la localidad de Seixal, en el sur de Lisboa, el vicealmirante Henrique Gouveia e Melo se convirtió en los últimos meses en un personaje popular. "No soy más que la punta del iceberg", asegura con modestia este marino de 60 años, de físico imponente y barba gris.

Portugal, con el 80% de su población de alrededor de 10 millones de habitantes totalmente vacunada, está codo con codo con Malta como líder mundial en la inmunización contra el covid-19.

Sin embargo, la partida no estaba ganada cuando el militar fue nombrado en febrero como coordinador del equipo a cargo de la campaña de vacunación. Su antecesor fue obligado a renunciar por una polémica en torno a las listas de personas con prioridad para ser vacunadas, en detrimento de los trabajadores de primera línea.

Tranquilizados con el rigor de un militar, los portugueses vieron cómo el vicealmirante Gouveia e Melo aguantó estoicamente las injurias que le lanzaron ante las cámaras de televisión activistas antivacunas. "Tienen derecho a su opinión, pero no a empujar o presionar a la gente", respondió a una persona que lo trató de "asesino" en la entrada de un centro de vacunación.

Metas ambiciosas para controlar la pandemia 

Portugal quiere alcanzar el 85% de la población plenamente vacunada para finales de septiembre y rebajar de nuevo las restricciones sanitarias. Con el número de nuevos contagios a la baja después de varias semanas, el uso de mascarillas en exteriores dejó de ser obligatorio el pasado lunes.

Fue uno de los primeros países afectados por la contagiosa variante delta y controló la última ola de la pandemia acelerando su campaña de vacunación con hasta 100.000 dosis diarias.

Pero su éxito se debe también a la confianza de los portugueses en su servicio de salud pública, que ya lo había convertido, antes de la pandemia, en uno de los países más vacunados del mundo.

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