Por Greivin Moya |19 de agosto de 2020, 8:20 AM

La zona de Los Santos es sinónimo de café de calidad y en esta cosecha 2020 -2021 se espera recolectar, en toda la región, unas 900 mil fanegas. Esto incluye Dota, Tarrazú, León Cortés, Acosta y algunos lugares de Aserrí y Cartago.

Una zona cuya principal actividad económica es el café y donde se esperan unas 25 mil o 30 mil personas recolectoras entre uno, dos o tres meses para que se integren de lleno a la cosecha.

En términos económicos, esto significa unos 100 mil millones de colones por la cantidad de café que se mueve en la zona.

Pero esto también significa una dificultad mayor de organización y control para los productores, las cooperativas, las municipalidades y las autoridades de salud, para que no se desarrolle un brote del virus entre tanto inmigrante que se incorpora a la recolección.

Se esperan más de 12 mil indígenas de Panamá para esta labor, muchos de ellos vendrán de Coto Brus, pero otros cruzarán la frontera.

El resto de la mano de obra es nicaragüense, pero ahora se espera que solo vengan los que están ya radicados aquí y hay un porcentaje poco de nacionales.

Lo cierto del caso es que la labor en términos de logística es difícil ahora por los lineamientos del Ministerio de Salud. Todos los productores deben someterse a nuevas medidas para evitar la propagación del virus.

Aquí también se está exigiendo trazabilidad y control a todos los indígenas panameños que tendrán que ser recogidos en la frontera y trasladados a la zona donde serán registrados por fincas y se mantendrán también en cuarentena. Luego debe existir un control, cuyos principales responsables son los dueños de las fincas, que no les permitan salir y que anden por la libre.

En Tarrazú, la cooperativa también desde hace meses viene preparándose e instruyendo a los socios productores de café sobre las condiciones que deben tener los albergues, no solo de los indígenas sino de todos los recolectores que participen.

Deben tener lugares específicos donde dormir, con todos los servicios, pero sobretodo agua potable. En términos generales, que respeten el distanciamiento social como el arma más importante para enfrentar el virus.

Según dicen, todos están conscientes del manejo responsable que deben tener.

Además, están pensando que por estar la frontera con Nicaragua cerrada, las limitaciones y control existentes con el tema sanitario, la mano de obra nicaragüense que representaba casi un 60% no podrá llegar en su totalidad y la suplirían con más panameños.

Sin embargo, también están apostando a que más ticos colaboren en la cosecha, situación que aún se considera difícil; pero al igual deberán adaptarse a los requisitos de distanciamiento social y evitar el hacinamiento y concentraciones.

Ellos consideran importante establecer un albergue general para el registro de todos los recolectores y además que tenga capacidad de atender a unas 250 personas entre enfermos por el virus y otros que podrían estar en observación.

La cooperativa está destinando más de 200 millones, pero se podrían necesitar hasta 400 millones para establecer este albergue necesario para atender los posibles enfermos y sospechosos.

Están convencidos de que, además del control que se pueda ejercer con protocolos en fincas y que no salgan de esos lugares, es mejor prevenir con un albergue para la atención de enfermos. Aunque todavía hoy no se sabe si podrán construirlo como se lo proponen.

La idea es no perder la cosecha, pues es el motor económico de la zona y para eso dicen venir preparándose con antelación. Sin embargo, también ronda la duda de que si no existe un compromiso de todos, esa inyección económica podría verse amenazada con la propagación descontrolada del virus.

El resto está planteado y esperan concretarlo con éxito, pero el manejo y control de tanta gente sigue siendo un tema difícil.