Por María Jesús Prada |29 de noviembre de 2021, 12:16 PM

Cada dos años desde el 2015 se entregan los premios Sacha. Para este premio participan candidatos de toda América Latina, dentro de los cuales se eligen a las personas cuyo liderazgo en las prácticas sostenibles haya tenido un rol destacado a nivel comunitario. 

Sidey Cortés Osorno es una de los tres costarricenses galardonados el pasado 18 de noviembre; a ella se suman Jorge Eduardo Rodríguez Quirós, exministro de Ambiente y Energía que estuvo involucrado en el Programa de Pago por servicios ambientales que ganó el premio Earthshot, y Jaime Sotela Montero, quien ha jugado un papel clave durante los últimos 30 años en el manejo de los bosques en Costa Rica.

Sidey Cortés lleva algunos años trabajando en el ámbito del desarrollo rural desde el Consejo Territorial de la región de Guanacaste. En 2019 se inició el Proyecto de Siembra y Cosecha de Agua, que se hizo con el apoyo de la Unión Europea y con la ONG Asociación para la Investigación y Desarrollo Integral (AIDER) con base en Perú. 

Mediante esta iniciativa, se dio un trueque de conocimientos entre Costa Rica y Peru: los costarricenses viajaron al país sudamericano para compartir su conocimiento sobre el pago de servicios ambientales (la práctica galardonada por el premio Earthshot este año) y los peruanos viajaron a Guanacaste para mostrarle a los locales sobre la práctica de cosecha de agua de lluvia tan común en ese país. 

La coordinación se hizo desde el grupo de trabajo de Cortés en el Consejo Territorial para el Desarrollo Rural en Guanacaste. Ella coordinó con productores, mujeres y jóvenes de diferentes localidades para hacer de esta iniciativa un proyecto compartido.

¿Cómo se cosecha el agua?

Primero, debe elegirse una propiedad con tierra arcillosa, ya que eso permite que el agua se filtre de manera adecuada cuando se forma el reservorio. Para determinar si un terreno es apto, cuentan con el apoyo del Ministerio de Agricultura, quien se encarga de hacer los estudios técnicos iniciales. Estas propiedades le pertenecen a familias de productores que ceden el espacio para construir los depósitos de agua. El agua se conserva en estas lagunas, construidas sin plástico ni cemento, cuyo proceso de creación consiste en "majar" la tierra con maquinaria para amoldarla a una profundidad que permita el almacenamiento del líquido vital. 

"Se conserva en lagunas, donde también se infiltra el agua por el terreno para producir nacientes que luego ayudan a los productores en los terrenos colindantes", explica Cortés. 

Esto lleva a una cadena de colaboración que vincula a las familias de productores cuyas propiedades se encuentran en los alrededores de cada reserva: "El propietario del lugar donde está la laguna puede, por ejemplo, usarla para la producción de tilapias que, a su vez, atrae el turismo. Las nacientes que salen del reservorio le llegan a los productores de las fincas de al lado, que utilizan esa agua para regar sus cosechas. Hemos construido todo un proceso de participación y empoderamiento en el proceso de producción", detalla. Otros vecinos, por ejemplo, han aprovechado el recurso para desarrollar pequeños emprendimientos de crías de cerdos, lechería y queseras.

Desde el inicio del proyecto hace poco más de dos años, ya se han construido 40 reservorios en las localidades de Abangares, Cañas, Tilarán, Liberia y La Cruz. Hasta el momento, unas 2,500 personas están siendo beneficiadas por esta iniciativa. Sin embargo, introducir este proyecto en el país no fue un proceso sencillo.

Dificultades como mujer y ambientalista

Cortés confiesa que el proceso para implementar la cosecha de agua no fluyó sin una buena suma de obstáculos. "Como mujer, me costó que creyeran en el proyecto. Al trabajar en una plataforma como la mía, uno se topa con personas de todo tipo que han hecho que esto sea más complicado". 

Sumado a eso, la larga lista de permisos y gestiones administrativas necesarias para elaborar un proyecto de este tipo agregaron un elemento más al desfile de complicaciones. Cortés recuerda que "hasta nos echaron al Museo Nacional, porque decían que cuando construíamos las lagunas estábamos sacando huacas. Eventualmente, llegó un arqueólogo y, cuando vio que todo estaba en orden, nos dejaron seguir trabajando". 

La clave para el éxito de este proyecto, según Cortés, es que desde un principio ha sido un esfuerzo con trabajo "muy integral y muy articulado". Esto porque la iniciativa ha contado con la participación de los vecinos, quienes se han encargado de trabajar en la planificación y ejecución de las distintas etapas del proceso.

Desde su línea de trabajo en el Consejo Territorial, Cortés se siente motivada por este premio para seguir trabajando con los líderes locales para avanzar propuestas como esta. "Ahora estamos planteando buscar otras alternativas de presupuesto, tanto a nivel nacional como internacional. Nuestra meta es seguir fortaleciendo las capacidades de las familias en las comunidades rurales, contando con su participación como eje clave para proyectos de este tipo", concluye.  

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