Por Johnny López 24 de noviembre de 2025, 17:55 PM

En esta edición de Yo Me Apunto decidimos bajar el ritmo. Buscar una experiencia distinta, casi opuesta al vértigo con el que se mueve el día a día. Así llegamos a una clase de Tai Chi, una práctica que combina movimiento, respiración y concentración para encontrar bienestar físico y mental. A simple vista parece suave, pero basta un par de minutos para descubrir que exige algo más profundo: presencia, paciencia y un diálogo silencioso con el propio cuerpo.

Lo primero que aprendimos es que el Tai Chi no conoce la prisa. Antes de empezar con las secuencias, el cuerpo se acomoda, se despierta. El calentamiento puede durar media hora, un tiempo que la disciplina pide sin pedirlo, como quien prepara el terreno antes de sembrar.

Solo hace falta ropa cómoda, un espacio tranquilo y la disposición de dejarse guiar por la experiencia.

En ese ambiente sereno conocimos a Ligia Chavarría, instructora con más de tres décadas dedicadas a este arte. Su manera de explicar es tan pausada como firme.

“El Tai Chi es movimiento consciente, se dice que es la madre de las Artes Marciales”, nos dijo mientras corregía posturas con una delicadeza que parecía coreografía.
Para ella, esta práctica va más allá de la técnica: es una forma de vida que mejora la postura, fortalece el cuerpo y ayuda a ordenar la energía.

“Cada movimiento tiene intención, cada respiración tiene propósito. El Tai Chi ordena la energía y nos devuelve el equilibrio”, nos contó.

Su serenidad llena el espacio, pero la escena se vuelve aún más especial cuando aparece otra Ligia: su hija, compañera de enseñanza desde hace años. Juntas forman un equipo singular, madre e hija moviéndose con una naturalidad que parece heredada.

En la clase los pasos son lentos y fluidos, pero cada uno requiere atención absoluta. Johnny se apuntó sin reparos a imitar las posturas, siguiendo el ritmo del grupo y dejándose corregir por ambas maestras. El ambiente, incluso durante la grabación, se sostenía en una calma casi palpable: un recordatorio de que a veces lo más simple es lo más transformador.

Repase el reportaje completo en el video que aparece en la portada del artículo.

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