Por Teletica.com Redacción |6 de abril de 2022, 9:50 AM

Ilustración y texto: Toti.

Quiero aclarar que este dibujo sería el mismo si hubiera ganado “el otro candidato”.
Lejos de la práctica común, la democracia no termina con los resultados electorales. Así como tampoco el matrimonio termina con la boda; por el contrario, la parte fundamental de ese nuevo proyecto inicia ahí.

La sentencia de los personajes puede tener el tono que el lector quiera: entusiasmo, preocupación o desinterés. La razón de darle a mis personajes rostro de hastío a uno y de preocupación al otro, responde a que, muchas veces, es el bando perdedor el que elige desentenderse del asunto bajo la consigna: “yo no voté por él”. Sin comprender que, estemos satisfechos o no con el resultado, el ganador se convertirá en el presidente de toda la nación: simpatizantes o no.

Si el vencedor es nuestro candidato, nos toca apoyarle (si mantenemos nuestra simpatía hacia sus decisiones). Si no fue nuestra opción, nos toca desearle lo mejor en su gestión. Aunque, hay que aclararlo: “lo mejor” no siempre significa que cumpla todos sus objetivos políticos. Ahí es donde entra el papel de la oposición. De eso se trata la democracia: de tener bandos opuestos, que dialogan y discuten.

Pero eso no le corresponde únicamente a los diputados. Cada ciudadano ejerce, cada día, la democracia. Y nos toca estar vigilantes de la gestión del nuevo gobierno. Todos, simpatizantes o no, tenemos la misión de estar pendientes de las acciones de quienes nos gobiernan y actuar en conformidad con nuestro espíritu cívico.

Que no se duerma la democracia.