Por Teletica.com Redacción |8 de junio de 2017, 13:06 PM

La Selección Nacional pecó en la gramilla del Estadio Nacional con un gris empate sin goles ante Panamá, complicado por la falta de ofensiva tricolor y la expulsión infantil de Giancarlo González.

Le falló a la norma Costa Rica al no conseguir a vencer a un rival echado atrás, contento con no perder y enfocado en aguantar lo poco con lo que finalmente se armó el equipo de Óscar Ramírez.

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El primer tiempo fue un triste monólogo tico, con un Panamá que reculó y dejó que fuera el reloj el que hiciera el daño y una Tricolor tan inofensiva como aquella que cayó en México.

Fue una primera mitad que solo dejó en la retina el paradón de Jaime Penedo, atento –y atlético– para evitar que el venenoso centro de Bryan Oviedo se le colara en su portería. El único “uy” de una grada que debió conformarse con demasiado poco en el regreso a casa de la Tricolor.

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Con la línea de cinco abajo y un doble contención, el Machillo exageró en la pizarra las precauciones para contener a un equipo canalero demasiado cauteloso y se privó de algo más arriba, dejando que otra vez la fórmula de un solitario e ineficaz Johan Venegas fuera el camino hacia esa anotación que de nuevo no llegó.

Panamá, que hasta pasada la media hora se asomó a la portería del aplaudido Keylor Navas, nunca se preocupó demasiado por eso: aguantó con relativa calma atrás y dejó que Ismael Díaz y Alberto Quintero maquillaran con su velocidad esa falta de interés por el ataque.

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El 0-0 de esa primera mitad se antojó entonces demasiado obvio. El partido, aunque cómodo para La Sele, fue aburrido para la grada y, peor aún, preocupante para la calculadora.

Ciao Pipo

La segunda mitad inició con el error de Gabriel Gómez frente a la portería de Navas, la opción más clara para la visita que se malogró en piernas del volante y que le devolvió a la Tricolor esa dosis de alerta que muchas veces se olvida entre las mieles del dominio.

Pero no estuvo en ese anecdótico susto la clave de la segunda mitad, esa vendría al 53’ con el error de Giancarlo González y su derechazo al rostro de Aníbal Godoy, valedero por una roja infantil y una condicionante a cualquier esquema.

Sin Pipo se redujeron las intervenciones arriba de los laterales y Óscar Ramírez se privó de cualquier libertad para el añorado golpe de timón, incluso cuando Panamá no cambió su norte y jugó siempre a lo mismo, al aburrido pero más que entendible “no perder”.

Joel Campbell, quien había relevado a Cristian Bolaños apenas reanudado el encuentro, fue todo lo que hizo el Machillo para apostarle a un cambio y denotó toda esa falta de ritmo que aqueja en Portugal.

Más tarde David Guzmán sacó al discreto Randall Azofeifa y Marcos Ureña a Venegas, una permuta demasiado tardía en medio de ese naufragio tricolor que significaba el empate.

Aún con superioridad el equipo del Bolillo Gómez le apostó a lo suyo, le dejó a La Sele el balón y aguantó lo que se viniera, que terminó siendo de nuevo muy poco.

Un penal para cada bando que Jair Marrufo perdonó y los últimos seis minutos de tardía emoción con los remates rechazados de Campbell y Celso acabaron por evidenciar algo del orgullo local que tanto se extrañó en la gramilla del Nacional.

Pero fue todo, no hubo goles pero sí caras largas. Panamá celebró lo poco y Costa Rica lamentó el resto: sigue segunda de la hexagonal pero ensanchó diferencias con México y las redujo con Estados Unidos, los otros locales de la fecha que sí supieron cumplieron con la ley de la eliminatoria. 

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