Por María Jesús Prada |20 de agosto de 2023, 8:30 AM

Responde a la llamada de Zoom desde una soleada casa en Santa Monica, California, lugar donde reside desde que dejó de vivir en Costa Rica en 2017. Puerto Viejo fue su hogar y el de su expareja durante algunos años (2014-2017), pero, por motivos del destino y del desamor, dejó atrás aquella vida, aunque asegura haberse llevado el amor por Costa Rica en su corazón para siempre.

Algunas la describen como la hija de dos generaciones de espías estadounidenses, siendo su madre, Marita Lorentz, la más reconocida, incluso catalogada por algunos libros de historia como la Mata-Hari caribeña.

Pero quizás por lo que más se le conoce es por el apellido que lleva su certificado de nacimiento: Pérez-Jiménez. 

El apellido de un presidente —considerado dictador— despojado de su gobierno en Venezuela y extraditado a Estados Unidos antes de ser nuevamente enviado a terminar sus días en una cárcel venezolana. “Las cosas como son: fui la hija bastarda de Marco Pérez-Jiménez”, señala Mónica sin tapujos, con una naturalidad que solo adquieren quienes llevan una vida entera luchando contra un estigma que finalmente llegan a dominar con templanza e incluso sarcasmo.

Tanto sarcasmo que en su correo electrónico incluyó la frase “dictator’s daughter” (hija del dictador, en inglés). Con una sonrisa discreta, confiesa que lo que conoce de su padre es porque lo ha investigado por cuenta propia o por lo que ha escuchado de su hermana, Margo Pérez-Jiménez, hija reconocida del dictador, con quien mantiene una relación estrecha desde 2008.

Con este preámbulo llegamos a la conversación con Mónica Mercedes Pérez-Jiménez, quien, más allá de los predecesores que han llevado su nombre a entrevistas y titulares en destacados medios internacionales, tiene una fascinante historia propia de superación, dificultades, pero, sobre todo, resiliencia.

*Entrevista realizada en inglés y traducida al español

Hija de exdictador y de espía de la CIA: “Yo no soy mis padres, soy mi propia persona
Cuadro de Marcos Pérez- Jiménez. (AFP)

Tu padre fue dictador de la Venezuela de 1931 a 1958. Algunos lo describen como el visionario que supo traducir las reservas de petróleo en desarrollo de infraestructura y prosperidad económica; otros lo ven como un sanguinario ¿Cuál es tu interpretación de él?

Mi padre hizo cosas maravillosas por Venezuela. Estoy muy orgullosa cuando veo el hotel que construyó y los teleféricos y las torres y todas las carreteras. Y, sabes, es una especie de sinfonía agridulce, eso es lo que es, porque he leído cosas terribles sobre mi padre, cosas dolorosas que he descubierto y escuchado, incluso a lo largo de mi vida.

¿Puedes contarme una de esas instancias a las que te refieres?

Una vez estaba trabajando en un gimnasio y tenía una etiqueta que decía mi apellido. Y un hombre entró y dijo: "Ese es el nombre del expresidente de Venezuela ¿verdad?". Y yo dije: "". Él dijo: "Es tu padre, ¿verdad?". Yo dije: "Resulta que sí”. Y él dijo: "Bueno, tu padre mató a mi familia".

Cuando eres la hija de un espía y un dictador, la gente automáticamente tiene nociones preconcebidas sobre quién eres, cómo es tu temperamento, etcétera. Pero he aprendido a lo largo de los años, a través de mi propia terapia y mi comprensión al crecer como adulta, que no eres tus padres, eres tú misma.

Hablemos del momento en el que ocurrió el golpe de estado en Venezuela y tu padre fue enviado a EE. UU., lugar donde llegó a conocer a Marita Lorenz, tu mamá, agente de la CIA.

Parece ser que durante sus años como mandatario, mi padre también estaba confiscando fondos y estaba implicado, hasta cierto nivel, en esquemas corruptivos. Esa corrupción desencadenó un golpe de estado y llevó a que mi padre fuera expulsado de su país. Así que él y la familia fueron expulsados y creo que primero fueron a Perú, pero luego terminaron en Miami. Y ahí es donde mi madre conoció a mi padre, en el año 1961. Estamos hablando de la era de la Guerra Fría, cuando el contexto giraba en torno al comunismo.

Mi padre fue la segunda gran asignación de mi madre, pues su primera asignación fue Fidel Castro, pero de eso hablaremos más adelante…

Debido a su condición de exilio, el gobierno estadounidense obligaba a mi padre a pagar sumas de dinero a cambio de su residencia en ese país y ese dinero después se destinaba a proyectos anti-comunistas en Cuba que la CIA estaba llevando a cabo. Así que mi padre tenía que pagar para quedarse. Y, ¿quién recogía esos cheques? Mi madre. Y luego terminaron en una relación y mi madre quedó embarazada de mí. Eso sí, he de dejar claro que él siempre consideró a mi madre como su amante, porque él tenía su propia familia.

Hija de exdictador y de espía de la CIA: “Yo no soy mis padres, soy mi propia persona
Mónica y su madre, Marita Lorenz, después de la extradición de Marcos Pérez Jiménez. (1964)

Pero, al poco tiempo, Venezuela solicita repatriar al exdictador para que cumpla su sentencia en una cárcel venezolana…

Entonces ocurre la extradición; yo tenía como dos años y medio en ese momento. Mi madre intentó contactar con él y eso dio como resultado otro evento traumático en mi vida.

A los meses, bajo el pretexto de que mi madre y yo pudiéramos visitar a mi padre en la cárcel en Venezuela, el abogado de mi padre y Pedro Estrada, quien fuera una de sus manos derechas en la dictadura, aparentemente con el visto bueno de la esposa de mi padre, echaron a andar un plan.

Nos subieron a un avión y nos volaron a la selva venezolana y nos dieron por muertas. Aterrizamos en una zona donde había una antigua mina de esmeraldas, donde habitaba la famosa tribu Yanomami, y allí el piloto nos sacó a mí y a mi madre y nos dejó.

A pocos días de haber llegado, mi madre se enfermó violentamente de malaria, así que cuidaron de ella. Mientras se recuperaba, a mí me pintaron la cara, me despojaron de mi ropa occidental y me mezclaron con los niños de la tribu. Tengo recuerdos extraños de aquel momento, pues tenía dos o tres años, en mi memoria resguardo escenas donde estoy rodeada de la jungla.

¿Cuánto tiempo estuvieron allí?

Estuvimos allí casi un año hasta que mi abuela finalmente nos encontró con la Cruz Roja Internacional y nos llevó de regreso a Nueva York, en Estados Unidos.

Tu abuela también fue espía

Primero fue actriz, y en un viaje para rodar una película conoció a mi abuelo, un capitán alemán de un barco. En aquel entonces, mi abuela trabajaba en la SS, entidad predecesora de la CIA. Tras conocerse y tener cuatro hijos en Alemania, estalló la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes acusaron a mi abuela de ser una espía y de ayudar a los estadounidenses en Europa.

Así que ella, mi madre y sus tres hermanos tuvieron que asumir las consecuencias. Los tres hermanos fueron a un campamento de la Juventud Hitleriana y mi madre, la más joven, tuvo que ir al campo de concentración de Bergen-Belsen durante aproximadamente un año con mi abuela. Esto fue algo que definitivamente afectó a mi madre a lo largo de los años.

Pasan los años, termina la guerra y tu madre finalmente regresa a Estados Unidos… se plantea la antesala para su primera misión como agente de la CIA: matar a Fidel Castro

Ya viviendo en Estados Unidos, cuando mi madre era una adolescente, comenzó a viajar con mi abuelo en su barco. Así que a los 19 años, cuando eran los años cincuenta y sesenta, Cuba era el lugar de moda. Naturalmente, le pidió a mi abuelo que la llevara a conocer aquel país.

Un día, mientras estaban atracados en un puerto cubano, mi madre estaba en la cubierta y Fidel Castro y su grupo pasaron y pidieron ver el barco, porque nunca habían visto un barco así en Cuba. Subieron al barco y ese fue el inicio de la química entre Fidel y mi madre, Marita. 

Así que Marita tenía 19 años y era hermosa, y Fidel tenía 33 años y estaba casado. Después de ese encuentro, Marina regresó a Nueva York, pero Fidel la mandó llamar. La hizo venir diciéndole que iba a ser secretaria, para ocultar su relación de su familia, alegando que la contrataba para ayudarle con las traducciones, ya que mi madre hablaba varios idiomas.

Hija de exdictador y de espía de la CIA: “Yo no soy mis padres, soy mi propia persona
Marita Lorenz y Fidel Castro. (1958)

Los libros de historia dicen que Marita, tu madre, tuvo un hijo con Fidel…

Ella estuvo en Cuba durante algunos meses, para ese entonces la CIA le habría encargado matarlo, misión que nunca llegó a cumplir y que, a raíz del desacato, luego le pedirían que repusiera asumiendo el trabajo con mi padre. Pero a los meses quedó embarazada y estuvo viviendo allí como la amante de Fidel hasta su último trimestre. Aquí es donde las historias cambian, pero yo me acojo a lo que me ha contado mi madre, con total seriedad, cuando estaba con vida.

¿Cuál es la versión de tu madre?

Castro nunca la habría dejado llegar al último trimestre si no hubiera querido que tuviera a ese bebé.

Ella contaba que, al octavo mes de embarazo, le hicieron tomarse un potente sedante. Se despertó con hemorragias y sin el bebé. Yo siempre le preguntaba, ¿cómo ocurrió eso? ¿Qué pasó con ese bebé? Incluso antes de morir confesó que nunca llegó a saberlo con certeza, pero creía en lo más profundo de su corazón que le sacaron ese bebé —que por cierto llegó a tener un nombre, André— mediante un parto inducido, supongo, y se lo llevaron y lo mantuvieron en Cuba, con vida.

¿No has intentado contactarlo, no te ha dado curiosidad saber qué ha sido de tu hermano?

He pensado en ello, pero para mí fue más importante averiguar y asegurarme de que mi padre fuera realmente mi padre. Por eso, después de ponerme en contacto con mi hermana Margo en 2008 y confirmar a través de pruebas de ADN que Pérez-Jiménez era mi padre, me he centrado en cultivar mi relación con mi hermana. Encontrar a mi hermana era lo más importante, así que decidí no buscar a André y, en su lugar, centrarme en mi hermana, en tener una relación amorosa llena de empatía y perdón. Haber sido una hija ilegítima fue difícil para mí, y he pasado mi vida reconciliándome con eso y encontrando mi propia identidad, así como construyendo mi propia familia y mi propia historia.

Lo bello de todo esto es que encontré a mi familia; todo lo que ocurrió culminó en amor. Es un hermoso final de dos hermanas que se encuentran. Y ahora somos una fuerza unida.

Hablemos de tu historia, ¿en qué has trabajado y qué tienes entre manos ahora?

He sido actriz de teatro, pero soy más conocida como especialista de acrobacias y modelo de fitness. He participado en programas de ‘reality’ como Fear Factor y estuve en el programa de HBO, OZ. También soy conocida por haber salido en la portada de Playboy en algún momento. 

Actualmente estoy desarrollando mi propia serie contando mi historia junto a mi hijo, Matias Lètelier, un productor galardonado en Netflix. También comenzaré mi camino en el ámbito de la oratoria en noviembre con una conferencia sobre mi historia con mi madre. Además, espero empezar pronto con un grupo de teatro en Los Ángeles como intérprete. 

Mientras tanto, asesoro a las personas en bienestar y remedios herbales.

Sobre todo, mi trabajo consiste en centrarme en el poder de las mujeres en mi vida, en lo que han logrado y cómo han cambiado la historia.

Mónica Pérez-Jiménez en 2000 cuando era doble de acrobacias y trabajaba en la serie Oz.
Mónica Pérez-Jiménez en 2000 cuando era doble de acrobacias y trabajaba en la serie Oz.

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