Por Teletica.com Redacción |19 de enero de 2022, 9:00 AM

Henry Álvarez, Unidad de Cuidado Espiritual.

Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza, Jeremías 29:11. 

La situación que vivía el pueblo de Israel cuando el profeta Jeremías proclama esta palabra no era menos angustiante. El cautiverio fue aterrador cuando los Babilónicos a la cabeza de su rey, Nabucodonosor, arremetieron contra el pueblo de Dios y lo sometieron a su autoridad, coartándoles la libertad. En medio de tan desalentadora vivencia, el profeta levanta su voz para referirse al futuro de aquel avasallado pueblo y en nombre de su Dios, les profiere que el Señor tiene planes de bienestar y no de calamidad. ¿Por qué Dios, sabiendo la dolorosa situación que atravesaba su pueblo, les envió esta palabra? Porque su propósito es que cobraran ánimo y vislumbraran el futuro con esperanza.

Nuestra realidad no es menos abrumadora y acongojante que la del pueblo de Israel, estamos viviendo tiempos de incertidumbre, dolor y amenaza, producto de una pandemia iniciada por un nuevo virus COVID-19, que nos ha hecho permanecer en nuestras casas y que propina duros golpes a la economía mundial y nacional.

En medio de esta sombría situación, hacen sentido las palabras del profeta, a modo de suave susurro reconfortante que declara que Dios sigue estando al control de todo y que es el dueño del futuro. Su palabra nos da aliento y promete mejores días, en el marco de un plan perfecto, amoroso y compasivo. Es propósito de Dios es que en medio de cualquier adversidad o vicisitud, mantengamos la esperanza, entendiendo que los años venideros están en la mano del Creador y que sus pensamientos para la humanidad siempre son de bien. En medio de este tiempo, levantemos una oración, con la misma certeza del salmista, cuando exclamó: “Los justos claman y el Señor los oye, y los libra de todas sus angustias”, Salmos 34: 17-19. Recordando que el Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas.   

El temor, la incertidumbre y la angustia que sentimos producto de la situación actual, debe ser traída a nuestro Dios, para que en Él anime nuestra alma, para que sea reconfortada y alentada, entendiendo que Dios es suficiente y poderoso para llevarnos a buen puerto y tornar toda circunstancia difícil en bendición. El pueblo de Israel no quedó cautivo para siempre. Dios lo sabía y se los anunció por medio de Jeremías, para que en esas pocas palabras su corazón no desfalleciera y sus vidas se iluminaran con la esperanza de un nuevo día, en el cual estarían plenos, felices y libres. Hoy, estas mismas palabras las atesoramos en el alma, sabiendo que nos espera un futuro de bien. ¡Feliz año nuevo!