9 de mayo de 2023, 9:58 AM

MSc. Henry Álvarez/ Consejero familiar y matrimonial, conferencista.

La felicidad es esa capacidad de vivir el presente de manera sana, habiendo superado las experiencias dolorosas del pasado y mirando hacia el futuro con esperanza. Los que viven atrapados en el pasado son los depresivos, y los que viven angustiados por el futuro sufren las consecuencias de la ansiedad. La depresión y la ansiedad son los dos grandes males del siglo XXI.

Vivimos constantemente pensando en escenarios que nunca llegarán a suceder, por ejemplo, se dice que el 90 % de las cosas que nos preocupan nunca suceden.  

¿Hay una lista de porqués? Como, por ejemplo, ¿y si me despiden del trabajo? ¿Y si no me aceptan en la universidad? ¿Y si mi pareja me dice que ya no quiere estar conmigo? ¿Y si me encuentran una enfermedad? ¿Y si a mi hijo le sucede algo? La lista continua. 

Ese “y si…” constantemente tiene un efecto negativo en nuestra mente y en nuestro cuerpo, y es el origen de las enfermedades psicosomáticas. Muchas personas viven en un estado de ansiedad, de preocupación, y de resentimientos que les imposibilita vivir el presente con felicidad y gratitud.

Tal y como dijo la autora Marian Rojas en su libro Cómo hacer que te pasen cosas buenas: “Si le preguntas a alguien qué le preocupa, te contesta sobre el pasado o sobre el futuro, ¡nos hemos olvidado de vivir en el presente!”. 

Vivimos en dos momentos que no podemos controlar: el pasado, porque ya no podemos hacer nada, solo queda reconciliarse con él y hacer las paces, y el otro momento que no podemos controlar es el futuro. Cuando vivimos apegados a esos dos estados, nos llenamos de resentimiento y de ansiedad. 

El hecho de permanecer anclado en el pasado, de estar recordando una y otra vez con los “deberías” de aquello que ya sucedió, que pueden originar efectos destructivos como la tristeza, la frustración, la culpa -que más adelante hablaremos de este sentimiento-, el resentimiento, y hasta llegar hasta la propia depresión, todas ellas son emociones tóxicas que dañan la mente y el cuerpo.

Todas tienen un elemento común, y es que nos impiden disfrutar del presente, y no nos permiten avanzar en la vida; nos quedamos anclados, dejamos de avanzar y de crecer. 

La culpa es otra emoción que resulta tóxica, y muchos viven con ella. Consiste en sentir que uno no ha actuado correctamente o que no ha cumplido con todas las exigencias y demandas de la vida. Este sentimiento puede tener varios orígenes: por haber venido de una familia con mucha exigencia de perfección, que no nos permitía equivocarnos, o bien por interpretaciones o extremos de religión, donde nos crearon en un sistema muy legalista en el que no se nos permitían los errores.

Como bien dice Marian Rojas, “La culpa hunde; no permite avanzar, algunos sentimientos de culpa pueden conducir a estados de ánimo severos”.

Hay buenas noticias para aquellos que viven en el pasado sin perdonarse por todo lo hicieron o dejaron de hacer, para todos aquellos que viven ansiosos por el futuro, porque cuando miran hacia el futuro lo ven incierto, y los abruma un sentimiento de culpa que nos los deja vivir en paz. 

Usted puede librarse del pasado y del futuro, poniendo en las manos del Señor Jesucristo todos sus temores, su dolor, sus preocupaciones y toda la culpa que resguarda, y verá cómo puede empezar a vivir saludablemente el presente, y avanzar conquistando sus sueños, y viviendo cada día con alegría, porque lo único que tiene es el presente.

Un autor desconocido dijo: “El pasado es historia, el futuro es un misterio, sin embargo, el hoy es un regalo, que se llama presente”.

La mayor parte del tiempo lo perdemos pensando cuál es el final, dejando de disfrutar el camino. Ánimo, este es el momento para cerrar ese capítulo de su historia, y abrir uno nuevo, recuerde que cuando nacemos se nos entrega un libro en blanco y, conforme va pasando el tiempo, empezamos a escribir. 

Hay que aprender a aceptar que hay capítulos que, al leerlos, nos producen contentamiento, alegría y gozo, pero hay otros que causan dolor y tristeza, como las pérdidas o los eventos que nos dejaron heridas, pero así es la vida. 

Tenemos que aprender a cerrar círculos, porque todavía quedan más capítulos de nuestro libro que tenemos que escribir, dele vuelta a la página, está en el mejor momento de su vida, no importa la edad que tenga y las perdidas que haya tenido, recuerde, hay ganancias en las pérdidas, nunca es tarde, deje que Dios tome el pincel en sus manos, porque con él puede empezar una nueva historia, un nuevo comienzo. 

Lo mejor está por venir, pero hay que soltar el pasado y librarse de la preocupación por el futuro, porque Dios tiene todo bajo su control.

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