7 de junio de 2021, 9:10 AM


Dr. Alexander López 

El regionalismo ha llegado a ser un rasgo predominante del sistema internacional, en gran parte, debido a la dinámica del comercio, y, por otro lado, producto de las dificultades de efectividad que ha venido teniendo el sistema multilateral global.

Una expresión de regionalismo es la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN por sus siglas en inglés), formada en agosto de 1967 en Bangkok, Tailandia, siendo los miembros fundadores, además de este país, Indonesia, Malaysia, Filipinas y Singapur. Con el tiempo, la organización creció hasta incluir hoy a diez Estados. El propósito, tal y como quedó establecido en la declaración de Bangkok fue (i) acelerar el crecimiento económico, el progreso social y cultural en la región y (ii) promover la paz y la estabilidad en la región.

Cuando uno compara la estructura y dinámica de la ASEAN con otras experiencias, como por ejemplo la del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), notará varias diferencias sustantivas. Así, por ejemplo, la ASEAN ha jugado un rol central en la integración económica del Sudeste Asiático, formando una de las zonas de libre comercio más dinámicas del mundo y con una vinculación continental y global muy significativa, como por ejemplo lo demuestra el ASEAN más tres (China-Japón y Corea). De manera distinta en Centroamérica, hoy día el mayor dinamismo de la integración económica no lo lleva a cabo la estructura institucional del SICA, sino que es el sector privado, algo que se ha dado en denominar la integración formal.

A pesar del modesto inicio como organización regional, ASEAN pronto se convierte en una institución central en la región de Asia-Pacífico. La razón detrás de esta rápida escalada en importancia es que la ASEAN descansó en el legado del movimiento de los países no alineados iniciado en la Conferencia de Bandung en 1955.  Esta organización, ha tenido un papel fundamental en la gestión del orden en el sudeste asiático y en la construcción de una arquitectura de cooperación en el Asia-Pacífico, y ello lo ha hecho tanto en tiempos de estabilidad y paz como en periodos de confrontación.

La zona ASEAN en su conjunto es de enorme importancia como centro de operaciones en las rutas marítimas entre los océanos Índico y Pacífico, entre el Golfo Árabe-Pérsico y el Mar de la China, situación que muy bien ha sido aprovechada por algunos países tal como Singapur para constituirse actualmente en el puerto más grande del mundo por el volumen de mercaderías movilizadas. En el caso de Centroamérica, el SICA no ha sido capaz de posicionar estratégicamente esta región como el hub de relacionamiento estratégico entre el norte, el sur y el caribe de nuestro continente, ni tan siquiera generar una estrategia tendiente a ello.

A diferencia del SICA, la ASEAN no es solamente una organización regional, sino un hub de relacionamiento estratégico tanto para la región, como para Estados extraregionales. ASEAN está particularmente interesado en países cuyo rango de acción le permita ampliar el alcance de su política exterior, una muestra del encadenamiento global de ASEAN es la ya confirmada presencia del presidente Biden a la próxima cumbre de noviembre en Brunéi, reafirmando el espacio global que juega esta entidad regional. Además, siendo la ASEAN una organización que particularmente se compone de poderes medios, esto le ofrece una excelente opción para relacionarse con poderes similares en un mundo de alta multipolaridad, de ahí una oportunidad de relacionamiento estratégico con Costa Rica.

Un elemento esencial es que el grado de institucionalización de ASEAN es mucho menor que muchas de las estructuras similares, pero el principio de que “menos es más”, aplica en el funcionamiento de ASEAN. Si la comparamos con el SICA donde se tiene lo contrario, una sobre institucionalidad costosa, y en donde la duplicación de funciones es una constante, siendo además esta, una estructura institucional cuestionada por su escasa eficacia.


Aspecto interesante de destacar es que, a pesar de la diversidad étnica, de su heterogeneidad filosófico-ideológica y de las marcadas diferencias de desarrollo socioeconómico, los países de la ASEAN han superado con bastante éxito estas barreras. Así, tenemos países con altos índices de desarrollo económico (Singapur) y otros con índices relativamente bajos (Laos y Camboya); así como también encontramos grandes diferencias étnico-culturales y religiosas nada despreciables en momentos del resurgimiento de nacionalismos en otras partes del mundo.  El cristianismo es mayoritario en Filipinas, mientras que el islam es la religión predominante en Indonesia, Malasia y Brunéi; y el budismo rige en Myanmar, Tailandia, Laos y Camboya.

Debe señalarse igualmente, que la ASEAN tiene retos importantes, los cuales van desde el desarrollo de capacidades para gestionar su relación con China, pasando por las dificultades de tener una posición común sobre el tema del Mar Meridional de China y desde luego la gestión de la crisis en Myanmar.


En suma, después de celebrar su quincuagésimo aniversario, la ASEAN tiene razones de peso para ser considerada como “uno de los ejemplos más exitosos del regionalismo” pues se ha convertido en un nuevo "centro de fuerza" del nuevo orden internacional. Asimismo, ha sabido aprovecharse de su papel como potencia media en uno de los puntos geográficos clave en el comercio mundial. De todo esto, Centroamérica debe aprender y sobre todo la institucionalidad creada alrededor del SICA para que tal como una vez apuntó Octavio Paz, no acudamos tarde de nuevo al teatro de la modernidad.

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