18 de octubre de 2022, 8:00 AM

Dr. Alexander López/ Académico de la Universidad Nacional. 

Recientemente, he tenido la oportunidad de finalizar una visita por Croacia y Eslovenia, los únicos dos países hoy miembros de la Unión Europea pertenecientes a la extinta Yugoslavia, y que con frecuencia son llamados los Balcanes occidentales. Lo primero, que resalta de una visita como esta, es que transitando por las calles de Zagreb (Croacia) y Liubliana (Eslovenia) difícilmente podría uno imaginar que hace tan solo poco más de 30 años esas mismas calles eran el escenario de la denominada guerra de los Balcanes, posiblemente el conflicto más cruento en territorio europeo después de la Segunda Guerra Mundial.

Debe recordarse que, durante cientos de años, el territorio que luego fue Yugoslavia se extendía entre dos influyentes imperios: el otomano y el austrohúngaro. La mayoría de las etnias que habitan los Balcanes convivían juntas en Estados multinacionales y multireligiosos. Los serbios y croatas vivían bajo influencia del imperio austrohúngaro, y otros, en la zona de Bosnia y Herzegovina, bajo influencia otomana, ello explica que con el tiempo se fueran formando identidades nacionales tales como las croatas, serbios, eslovenos, bosnios, macedonios, y albaneses. El aspecto más relevante y que luego explicaría en mucho la guerra de los Balcanes, es que las identidades nacionales estaban muy vinculadas a la afiliación religiosa, si eras cristiano ortodoxo, eras serbio, si eras cristiano católico, eras croata, si eras bosnio entonces pertenecías al mundo musulmán.

Aunque hay notables diferencias entre ellas, las repúblicas que resultaron de la disolución de Yugoslavia: Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia del Norte, Montenegro y Serbia, más Kosovo (que no tiene un reconocimiento pleno) conviven hoy con una economía renqueante, altas tasas de desempleo juvenil, y con importantes retos políticos y de democratización. Probablemente, uno de los mayores problemas sin resolver en la región es el estatus de Kosovo, que en 2008 declaró unilateralmente su independencia de Serbia y actualmente cuenta con un reconocimiento internacional limitado.

¿Qué hace a Eslovenia y Croacia diferentes?

De la región de los Balcanes, ambos países son los únicos miembros de la Unión Europea, en el caso de Eslovenia incluso parte de la zona euro. En cuanto al comportamiento económico, Croacia tiene una economía centrada en los servicios, en donde la actividad turística es la gran protagonista. En el caso de Eslovenia, este es posiblemente el país de la antigua Yugoslavia con mejor nivel de vida. Suele afirmarse que Eslovenia es un país con acento asiático, en la medida que su sector manufacturero es muy dinámico, siendo esto a menudo una clave importante en los crecimientos sostenidos a largo plazo.  Los eslovenos desde hace varios años tienen un sector muy dinámico en la producción de fármacos, en la industria de la transformación de metales y otra relacionada con el sector automotriz alemán. Es interesante que Eslovenia, a diferencia de Croacia, no disolvió su base industrial con la desaparición de Yugoslavia y el bloque soviético, como si lo hizo hasta cierto punto Croacia.

Desde luego ambos países tienen importantes desafíos, Croacia más en el campo económico y Eslovenia más en el político. Croacia debe tener cierto cuidado de no acentuar en demasía su dependencia del turismo, igualmente y lo que parece un problema más serio, es el nivel de productividad en otros sectores. En el caso de Eslovenia hay ciertos desafíos relacionados con el ejercicio democrático, en donde la figura del primer ministro Janez Janša en ciertos aspectos está alineada con figuras como la del primer ministro húngaro Viktor Orbán y sus políticas nacionalistas en extremo.

¿Qué podemos esperar de esta región?

En primer lugar, que las economías de Eslovenia y Croacia se sigan consolidando y continúen el reforzamiento de sus vínculos con la Unión Europea. En segundo lugar, Montenegro y Serbia posiblemente avanzarán en su recorrido hacia una mayor vinculación y potencial membrecía con la Unión Europea. En tercer lugar, y en un escenario optimista, veremos una profundización del diálogo entre Kosovo y Serbia y finalmente, es claro que Rusia puede jugar un papel clave en la desestabilización de la región, pero este escenario que recoge los fantasmas del pasado esperemos quede en una simple posibilidad.

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