8 de febrero de 2022, 17:30 PM

Bernal Fonseca - Empresario, comunicador, presentador y productor televisivo.

Eran las 8:45 p. m. del pasado domingo 6 de febrero y estaba sentado frente al televisor esperando los resultados más importantes de los últimos meses. El constante movimiento en los centros de votación y la actividad en las calles con banderas, caravanas y hasta el despertar de la Fuente de la Hispanidad al final del día, respaldaron la emoción de ese momento.

Las tres personas más votadas al primer corte ya me hacían ir por papel y lápiz para construir estas líneas; José María Figueres, Rodrigo Chaves y Fabricio Alvarado. Sin duda alguna, tres personalidades que han levantado personas adeptas y contrarias a sus pensamientos o formas de actuar. Figueres y Chaves quedaron a la cabeza del balotaje para la segunda ronda.

No niego que entré en un momento de “shock” pues las encuestas, las cuales pierden credibilidad conforme pasan las elecciones, daban otra proyección completamente. Mis primeras reacciones fueron; ¿qué hace Rodrigo Chaves allí?, ¿cómo llegó Figueres a tener cerca de 500.000 votos?

Estos dos candidatos pusieron a flor de piel temas sensibles y críticos de la sociedad costarricense durante toda la campaña, la corrupción y la violencia de género como parte de investigaciones y cuestionamientos en su recorrido profesional y político.

Si bien es cierto que las campañas políticas deberían girar en torno a las propuestas ante los problemas del país, hay un elemento trascendental que en ocasiones pasamos por alto, la integridad de las personas que buscan estos cargos representativos.

La corrupción es uno de los principales males que afecta al país, el deseo de poder y manejo antojadizo de procesos para satisfacer necesidades personales, de un grupo o devolver favores recibidos. Este mal ha mancillado la esencia de la política y sus gestores, llevando a la población a tomar posiciones de juicio inmediatas con frases como: “quieren ir al gobierno para seguir robando”.

Por otro lado, vivimos en una sociedad que interioriza y avala el patriarcado y sus manifestaciones, pero que al momento de expresar el descontento y levantar la voz, calla. Tanto en mujeres como hombres, la realidad está más palpable que nunca y nos presenta un reto de dimensiones astronómicas cuando se creyó haber avanzado en la materia. La violencia de género es un veneno para la igualdad de oportunidades, calidad de vida y convivencia social.

De gustibus non est disputandum es la frase, de origen latín, que mejor refleja lo vivido, pues tal parece que hay discusiones inútiles en cuanto a gustos personales se refiere.

El próximo domingo 3 de abril volveremos a las urnas para elegir a una de estas personas como líderes de la patria, como el rostro que nos representa frente al mundo y como un reflejo de la diversidad de pensamiento que se manifiesta en la identidad costarricense.

Sigamos creando criterio en conjunto y recuerden que si desean compartir conmigo sus puntos de vista pueden hacerlo al correo [email protected] o a través de mi perfil en LinkedIn.