14 de marzo de 2022, 15:12 PM

Dr. Alexander López/ Académico de la Universidad Nacional. 

El orden internacional se encuentra en una era de turbulencia cuyas características fundamentales están en la erosión de la hegemonía norteamericana, en la debilidad europea en materia de seguridad internacional, y en el creciente desafío en el espacio Euroasiático por parte de dos potencias; China en lo económico y Rusia en materia de seguridad. La importancia de Eurasia no es nueva, ya siete de los grandes imperios en la historia del mundo se han extendido sobre la región de Asia Central, es decir, sobre gran parte de lo que ahora se conoce como Eurasia. La razón para la presencia de estos imperios es la posición estratégica de Eurasia como conector entre Oriente y Occidente, lo que significa que alberga muchísimas de las rutas fundamentales del comercio y la comunicación.

La importancia de Eurasia ya había sido planteada no solo desde los viajes de Marco Polo, sino a nivel geopolítico por el inglés Halford Mackinder a fines del siglo XIX, al exponer la centralidad de Eurasia en la geopolítica, así como el hecho de pensar el continente de forma unificada. Con su visión del heartland (el corazón territorial de Eurasia), elaboró la fórmula según la cual, quien domina el heartland, reina en la 'Isla del Mundo' de Eurasia, quien domina la 'Isla del Mundo', gobierna el mundo entero.

Gran parte de la construcción de esta narrativa euroasiática en Rusia se debe a Alexander Dugin, quien en la línea de Mackinder publicó el texto titulado "Fundamentos de Geopolítica" en el que traza el camino para que Rusia recupere su papel dominante en la esfera internacional. Se afirma que Dugin ejerce una enorme influencia sobre el pensamiento de Putin, al punto de que sus recomendaciones han sido ejecutadas: La invasión de Georgia en 2008, a ello se sumó seis años después la anexión de Crimea, donde opera la flota rusa del Mar Negro, y actualmente la invasión a Ucrania, país que en la concepción de Dugin es parte integral del territorio ruso.

En Eurasia se encuentran la mayor parte de los principales polos de poder mundial, hoy en plena disputa en un escenario de multipolaridad y turbulencia del orden mundial: China, la gran potencia y civilización reemergente que modifica el escenario mundial y expresa el ascenso más general de Asia Pacífico como región, Rusia con su poderío político-militar, territorial e inmensos recursos naturales, India cuya proyección prevé que será un jugador fundamental y potencia demográfica, y un grupo de potencias intermedias como Irán, Turquía, Pakistán, Vietnam y Corea que se sienten más poderosas dentro de la lógica euroasiática. La característica interesante de Eurasia es que el ambiente que está siendo formado, excluye la posibilidad y necesidad de la emergencia de un hegemón.

Rusia a reemergido como un actor central en Eurasia, es más, es quien está construyendo, de alguna manera, esta nueva conceptualización de la región, con una agenda de integración y la ambición para establecer una Eurasia como zona de seguridad distinta. La dimensión de seguridad es la más importante para Rusia, tomando en cuenta que no puede competir con otros gigantes asiáticos en la esfera económica, pero si tiene una ventaja comparativa como un proveedor de seguridad.  Lo importante aquí es que podemos estar en presencia de una nueva arquitectura de seguridad en Europa, en donde, por un lado, exista la ya conocida alianza euroatlántica y, por otro lado, una nueva alianza euroasiática. Esta nueva arquitectura podría facilitar un mejor balance y una complementariedad entre una gran Europa desde una perspectiva de Europa occidental, una Eurasia desde el punto de vista ruso, y una gran Asia desde el punto de vista chino.

Es importante mencionar que el hecho de que China y Rusia compartan ese espacio euroasiático no significa una alianza a ciegas contra Occidente, como algunos pretenden hacer ver. La vinculación preferencial entre China y Rusia se encuentra caracterizada por una silenciosa competencia con un potencial de disrupción frente a dos tendencias en pleno desarrollo, la proyección estratégica de China para asegurar sus intereses económicos y el estancamiento económico ruso que limita sus instrumentos de política exterior para continuar asegurando su primacía en el espacio postsoviético, lo que en el contexto de la actual situación de sanciones económicas a Rusia por parte de occidente la hace todavía más vulnerable.

La narrativa geopolítica euroasiática ha puesto el foco sobre la evolución de las vinculaciones sino-rusas, destacando el escenario de Asia Central como un laboratorio del nuevo orden internacional en transición. La principal interrogante todavía sigue siendo si Rusia aceptará una Eurasia bajo una primacía económica de la República Popular China mediante el desarrollo de una alianza defensiva frente a Occidente o si, por el contrario, Rusia comenzará a desarrollar mecanismos de balance y contrapesos para limitar la extensión de la influencia china, especialmente en su tradicional zona de influencia. Hoy pareciera que una de las externalidades de la guerra que ha emprendido Rusia en Ucrania, es que China esté ganando ese espacio sin necesidad de competir, ello puesto que Rusia está, y es de esperar que estará, muy ocupada con el tema de Ucrania y su particular relación confrontativa con la Europa occidental.

En conclusión, la importancia de Eurasia es central, por lo que los Estados Unidos han estado buscando por años de prevenir la emergencia de un poder mundial que pueda desafiar su liderazgo global. Al mismo tiempo, Rusia considera central para este proyecto euroasiático su zona buffer que incluye Ucrania, Georgia y Moldavia, tal como señalaba Brzezinski (1997), Rusia no podría ser un gran “imperio” euroasiático (un polo de poder mundial) sin Ucrania y, por tanto, la influencia estadounidense en dicho país es un objetivo geopolítico de importancia central.