16 de agosto de 2021, 16:30 PM

Dr. Alexander López / Embajador de Costa Rica en la República de Indonesia

La repentina aceleración de la conocida cuarta revolución industrial, ha hecho notorio que el esfuerzo que los países de la región centroamericana realizaron en los años ochenta -materializado en el Protocolo de Tegucigalpa de diciembre de 1991-, requiere una reinvención seria, es un asunto casi de “cirugía mayor”. La ausencia de claros entregables en la forma de bienes públicos regionales por parte del Sistema de la integración Centroamericana (SICA) no es nueva, pero en el contexto de las demandas creadas por la cuarta revolución industrial se hacen más notorias.

La integración regional en términos generales debe estar centrada en resolver problemas de acción colectiva, de tal manera que genere acciones cuyo valor agregado no esté en la acción individual, sino en la colectiva, ello en términos económicos, va desde lograr una consolidación de un acuerdo de libre comercio hasta lograr una unión económica entre los Estados. Todo ello, con el propósito de optimizar las capacidades que cada uno tiene para abonar a un mejor desarrollo de sus ciudadanos y de la región. Costa Rica en la recién terminada presidencia pro-tempore priorizó precisamente la integración económica y la seguridad frente a amenazas como el narcotráfico y el crimen organizado, dos ámbitos donde la acción colectiva es fundamental.

El pensar en una integración regional 4.0 pretende dar paso a un nuevo modelo de integración, que aporta nuevos espacios innovadores en los mercados regionales, se incursiona en las nuevas tecnologías como bloque, se generan nuevas oportunidades de inversión y, se implementa una perspectiva actualizada sobre gobernanza regional, basada en las tecnologías disruptivas, por ejemplo la creación de hubs virtuales para algunas secretarías del sistema.

Todo ello puede dar paso a una serie de beneficios en cuanto a la efectividad de conexión entre los países, la automatización de todo tipo de información, la inteligencia artificial e impresiones 3D en cualquier rubro que se requiera. También, se encuentran ventajas en el área social, dando paso a una nueva generación con mayor acceso a información global, a una calidad de educación apegada con los avances tecnológicos, a la renovación de sistemas de salud en cuanto a procesos administrativos y equipos biomédicos innovadores, etcétera. 

En materia comercial, claramente todo ello puede contribuir a reducir las barreras a la entrada, expandiendo el mercado, creando de esta forma procesos más efectivos para los gobiernos, un libre tránsito entre ellos, aduanas con procesos más agiles, permisos a sus ciudadanos para trabajar en los países integrados, creaciones sólidas de asocio público-privado entre las empresas y los gobiernos del bloque, adaptación de las tecnologías disruptivas como bienes públicos, expansión del conocimiento y uso de la inteligencia artificial, un mejor intercambio de información rápida, eficiente y confiable.

Un tema crucial para el Sistema de Integración Centroamérica (SICA), es generar una estrategia de data sharing entre los países miembros y las empresas, ello, aunque políticamente difícil, facilitaría tener acceso a datos de personas naturales y jurídicas al momento de agilizar trámites aduanales, de contratos o de compra-venta entre entidades públicas o privadas de la región; una mayor cooperación técnica, intercambiando conocimiento y experiencias entre las universidades e instituciones tanto gubernamentales como regionales, ya sea en áreas académicas, médicas, tecnológicas o de innovación social; logrando así, que la región obtenga un avance tanto científico-tecnológico, como académico.

De esta manera, con la implementación de la integración regional 4.0. se logrará que los países que cuentan con procesos de integración más desarrollados, puedan darle un plus a sus relaciones y al desarrollo, añadiendo las tecnologías disruptivas como un bien público regional, en el sentido de que estos cuenten con las dos características centrales de un buen público regional puro, es decir la no rivalidad, en el sentido de que el costo marginal de admitir a un nuevo usuario es cero, y la inaplicabilidad del elemento de exclusión, es decir, de que una vez provisto el bien, no sea posible excluir de los beneficios de consumo a ningún otro actor.

El reto es ciertamente difícil dado el contexto actual de la región centroamericana, pero si la región quiere de alguna manera no seguir siendo parte del teatro de la pobreza y la desigualdad, debe afrontar este reto de manera urgente. 

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