4 de junio de 2024, 16:26 PM

Dr. Alexander López / Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica.​

Esta semana Costa Rica será sede del evento de alto nivel sobre acción oceánica Inmersos en el cambio, cuyo objetivo es movilizar esfuerzos globales para la protección y el uso sostenible del océano. Este evento servirá como antesala de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Océano, que se celebrará en Niza en 2025, donde Costa Rica participará como coanfitrión al lado de Francia. 

Según información de Naciones Unidas Costa Rica, algunas de las temáticas por discutir serán los recursos pesqueros; el desarrollo científico para atender la contaminación de plásticos; la lucha contra la pesca fantasma; la economía azul; la promoción del acceso global de tecnologías para la limpieza del océano; la implementación efectiva de acuerdos globales; la tecnología satelital para la conservación y uso sostenible del océano, y la movilización de los recursos y mecanismos necesarios para la salud y gobernanza del océano. 

A menudo, cuando se habla de la temática ambiental, el océano queda relegado a un enfoque secundario, entre muchos otros que también deben ser abordados. Sin embargo, este es vital en todo aspecto de la vida en el planeta. 

El océano cubre el 70% de la superficie de la Tierra y produce más del 50% del oxígeno del planeta. Además, transporta calor desde el ecuador hasta los polos, lo que regula el clima y los patrones meteorológicos. Sus impactos son diversos y se manifiestan en muchos aspectos de la vida, como actividades comerciales y económicas o el acceso a la alimentación, la salud, la energía, los minerales y el transporte.

 Aunque el océano proporciona una amplia variedad de beneficios, también enfrenta graves problemáticas como la sobreexplotación, la contaminación, la pérdida de biodiversidad y los efectos del cambio climático. Por ejemplo, según con datos de Environmental Investigation Agency, 13 millones de toneladas de plásticos ingresan cada año a los océanos desde la tierra, una cifra que podría cuadruplicarse para el año 2050 si la situación se mantiene igual.

Asimismo, las temperaturas oceánicas hacia finales de siglo darán lugar a numerosos cambios como huracanes más intensos, el incremento del nivel del mar y condiciones insostenibles para la vida marina; lo que quiere decir que los océanos se verán significativamente transformados en las próximas décadas. 

Por esta razón, la voluntad internacional para la creación de normativas, compromisos y esfuerzos de cooperación ha crecido, pero aún se encuentra en etapas tempranas. La Agenda 2030, creada en la Conferencia de las Partes (COP) número 21 en París, estableció un objetivo concreto relativo a los océanos (ODS 14). En 2016 se acordó la celebración de una conferencia dedicada exclusivamente a la consecución del ODS 14, la cual se celebró por primera vez en 2017 y se celebrará por tercera vez en Francia en 2025. 

Costa Rica posee una extensión territorial marina de 577,731 km², una extensión 11 veces mayor a la de su territorio continental (51,100 km²), con una línea costera que abarca 1,016 km en la vertiente del Pacífico y 212 km en la del Caribe. Esta dimensión espacial hace del océano un recurso muy valioso que debe servir de impulso para que Costa Rica asuma un liderazgo todavía más fuerte en esta materia.

Costa Rica ha logrado un posicionamiento estratégico como país verde, respaldado por resultados significativos como la generación de hasta el 99% de su electricidad a partir de fuentes limpias. Además, alberga cerca del 5% de la biodiversidad mundial y el 3.5% de las especies marinas reportadas a nivel global.  

Estas características le han permitido consolidar una marca país caracterizada por el ecoturismo, la conservación del medio ambiente y la innovación. En ese sentido, es importante que el enfoque de aproximación que tenga Costa Rica sobre el tema de los océanos esté enfocado en asumir un liderazgo innovador y prospectivo.

Para su agenda de política exterior, este aspecto resulta fundamental, ya que le proporciona el poder suave necesario para influir en las decisiones de actores más poderosos y cumplir con sus objetivos domésticos. Muchas de las acciones y los subsecuentes impactos del cambio climático dependen de otros Estados que deben ser persuadidos para tomar acciones más ambiciosas y fomentar la cooperación internacional dirigida a naciones como esta, que se verán más afectadas por los efectos del cambio climático. 

Para el ejercicio de la política exterior ambiental costarricense es de celebrar que Costa Rica se convirtiera en el marco de la 78 Asamblea General de Naciones Unidas en el segundo país en firmar el Acuerdo marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre la Conservación y el Uso Sostenible de la Diversidad Biológica Marina de las zonas situadas fuera de la jurisdicción nacional.

Lo anterior de alguna manera vuelve a colocar al país al frente o liderando un tema prioritario de la agenda ambiental internacional. Igualmente, en materia de cooperación internacional, es de destacar el proceso hacia la conformación de la Reserva de la Biosfera Transfronteriza Marina junto con Ecuador, Colombia y Panamá como parte del Corredor Marino del Pacífico Este Tropical (CMAR), y la incorporación a la Coalición América por la Protección del Océano.

Costa Rica, en el contexto de la diplomacia de los océanos, debe complementar los esquemas de cooperación norte-sur, en este sentido, pequeño territorio continental, pero extenso en términos marítimos; sumado a que se ubica en una de las regiones más vulnerables al cambio climático, debe fortalecer iniciativas de cooperación con sus vecinos próximos en el Caribe, así como los pequeños estados insulares del Pacífico, mismos que cuentan con diversidad de experiencias en el manejo de recursos marinos, especialmente, en un entorno altamente definido por los efectos del cambio climático.

Igualmente, la diplomacia de los océanos debe enfrentar los desafíos de lograr armonizar los intereses económicos de corto plazo, con las metas de sostenibilidad a largo plazo, en sectores clave de la economía de los océanos como son las pesquerías donde entran en juego la implementación de instrumentos de gobernanza pesquera: cuotas, vedas y las regulaciones. Estas herramientas son muy controvertidas y sus resultados han sido diversos.

Finalmente, y no menos importante, la diplomacia costarricense en materia de océanos debe tener mayor coherencia entre lo que se anuncia a nivel internacional y lo que se hace a nivel nacional. 

La administración Chaves Robles ha estado envuelta en polémicas relacionadas con la exploración de petróleo y la pesca de arrastre. En febrero del 2023, el Gobierno confirmó que volvería a incentivar nuevos estudios para determinar la viabilidad de reactivar la pesca de arrastre de camarón en el suelo marino. 

En este contexto, la demanda de coherencia adquiere relevancia. La práctica de la diplomacia azul debe respaldarse con acciones concretas que reflejen principios inamovibles como la buena gobernanza, la equidad ambiental, la efectiva aplicación de políticas de economía azul, la inclusión de grupos como mujeres, jóvenes, comunidades costeras y otros aliados clave en el proceso de toma de decisiones.

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