16 de noviembre de 2022, 8:05 AM

MSc. Henry Álvarez/ Consejero familiar y matrimonial, conferencista.

No podemos sentarnos a esperar que las cosas cambien, sin hacer nada. Hace tres meses, aproximadamente, empezamos a ver madres con niños en sus brazos y hombres en las calles de nuestra Gran Área Metropolitana con un cartel diciendo: “Somos venezolanos, ayúdanos”, y mientras pasaban los días el número crecía, familias durmiendo en las aceras con pequeñas carpas, esperando que amaneciera para seguir esperando cada mañana que alguno de nosotros se detuviera para entregarle algo para comer, o ropa para vestirse y abrigo para dormir.


La esperanza tiene dos hijos preciosos; sus nombres son enojo, y valentía. Enojo al ver cómo son las cosas, y valentía para no permitir que continúen así, Agustín de Hipona. 


Un día cuando salía a almorzar tuve unas de esas experiencias que no puedes quedarte sin hacer nada, una madre venezolana compartía su historia de dolor, que tuvo que salir de su país con sus tres hijos de 6, de 3 y de 2 años en busca de su sueño americano. Desde ese momento dos sentimientos vinieron enojo y valentía. Enojo al ver a tantas familias viviendo cada situación infrahumana, sin un techo donde dormir y sus necesidades básicas de todo ser humano no suplidas; valentía para comenzar a hacer algo por esas familias, y hasta el día de hoy no he parado de asistirlos con ropa y comida.

La palabra de Dios nos dice: “Él hace justicia al huérfano y a la viuda y muestra su amor al extranjero dándole pan y vestido”, Deuteronomio 10:8.

Como país que tiene sus raíces cristianas somos llamados a mostrar amor a nuestros hermanos venezolanos, extendiéndoles la mano y dándoles de los mucho que Dios nos ha dado como país. No podemos ser indiferentes al dolor humano, esto que estamos viviendo es una muestra de las grandes desigualdades sociales y las injusticias, donde a las cosas se les ha dado más valor que a las personas, una prueba de esto es que mientras su carro duerme bajo un techo y algunos lo protegen con un cubre carro para el calor y la lluvia, hay familias que hoy pasarán la noche sin un techo y abrigo, con frío y en el peor de los casos con hambre.

Esto crea indignación y enojo. Espero que al leer este artículo le produzca enojo al ver esta realidad de cómo son las cosas y valentía para no permitir que continúen así. Usted puede convertirse en un agente de cambio, haciendo pequeñas acciones de amor, sirviendo y compartiendo de lo mucho que Dios le ha dado. Que hoy esas lágrimas de dolor y de desesperanza, con su ayuda, venga a ser semillas que produzcan cosecha de gozo, y esperanza, porque hubo una mano llena de misericordia que se extendió para ayudarles.   Usted puede cambiarle el rumbo a una familia que hoy está sufriendo porque las pequeñas acciones, realizadas sistemáticamente, conducen a grandes cambios.  Le invito a unirse a la causa.                

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