31 de enero de 2022, 8:00 AM

Dr. Alexander López/ Académico de la Universidad Nacional. 

¿Qué nos espera en este 2022? ¿Cuáles son los grandes temas que ocuparán la agenda internacional? En el primer artículo del año de la columna Brújula siglo XXI se hace un esfuerzo por responder de manera sinóptica a estas preguntas.

A nivel global, la relación Estados Unidos-China definirá estructuralmente las relaciones geoeconómicas y geopolíticas del sistema internacional. Las tenciones seguirán concentrándose en la esfera del ciberespacio donde los temas de infraestructura 5G e inteligencia artificial son centrales para entender el enfrentamiento. A nivel territorial, las disputas en el Mar del Sur de China y los desacuerdos por el caso de Taiwán continuarán profundizándose. Igualmente, la estrategia China de la diplomacia de las vacunas, el desarrollo de infraestructura en el mundo por medio de la “Nueva Ruta de la Seda” y las compras de deuda, seguirán desafiando la hegemonía global de los Estados Unidos. Es claro lo que advertí en un artículo anterior titulado del “Atlántico Norte al Estrecho de Malaca”, que la nueva dinámica global está y se centrará aún más en el eje Indo-Pacífico, ello implica el retorno de Asia al primer orden mundial como lo fuera antes de la Revolución Industrial.

La gran pregunta todavía es si el 2022 será el año en que la economía global se recupere de la pandemia. Antes de la variante Ómicron, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectaba un crecimiento del 4.9% y la OCDE de un 4.5% de la economía global para este año, sin embargo, la incertidumbre cobija el panorama de la recuperación económica, no solo por la variante del Ómicron, sino por cualquier nueva variante que pueda aparecer. Un tema central será prestar atención a la inflación, ya que el 2021 vio un incremento de esta como resultado, en parte, de los atascos de la cadena global de suministros, y mucho del debate se centrará en sí esto será temporal o refleja problemas estructurales del sistema económico.

Lamentablemente, se prevé que la desigualdad global siga en aumento, tanto internamente como en el exterior. La pandemia no ha hecho sino que profundizar la misma, si la educación y la salud son dos de los motores de la movilidad social, se podrá entender el tremendo impacto que está provocando en la dinámica de ascenso social y, por tanto, en las revueltas de los llamados “nuevos pobres” en diversas partes del mundo. Será un año crucial para ver la vulnerabilidad de las economías de renta media ante la crisis de deuda y las depreciaciones monetarias.

Parece ser que sin una coordinada respuesta global para contener la pandemia que sobre todo incluya un acceso universal a las vacunas, el COVID-19 seguirá siendo el principal riesgo para una recuperación sostenible de la economía global. En este sentido, el acceso desigual a las vacunas continúa siendo el principal obstáculo, mientras en países desarrollados cerca del 70% de la población ha recibido al menos una dosis, en la mayoría de los países africanos ese número se reduce a un 15%. El mecanismo internacional COVAX como instrumento de solidaridad internacional ha logrado distribuir cerca de 400 millones de dosis, siendo la meta inicial de 1.9 billones, lo cual da cuenta de lo largo que se está de la meta.

En términos de conflictos abiertos, este 2022 seguirá la tendencia de los últimos años en donde los conflictos bélicos entre Estados seguirán a la baja, siendo una de las pocas excepciones, el caso Rusia-Ucrania, en donde la lógica de Putin de considerar a Ucrania como parte de la “Gran Rusia” va a continuar generando un estrés internacional. Sin embargo, pese a la disminución de muertes por causa directa de la guerra entre Estados, los conflictos internos seguirán generando crisis humanitarias en varios países del mundo, tal es el caso de Yemen, Etiopía, Somalia y la región de Sahel donde la amenaza yihadista se ha venido consolidando.

Igualmente importante es estar atentos a los eventos electorales, siendo particularmente relevante las elecciones de medio periodo en los Estados Unidos, para evaluar el avance republicano y el posible retorno de Trump a la esfera política; las elecciones en Francia para observar la profundización o no del eje franco-alemán, el XX Congreso del Partido Comunista de China, donde estará en juego la posible reelección de Xi Jinping, lo que representaría un tercer periodo para él, convirtiéndolo en un líder con tal control del partido como no se veía desde los tiempos de Deng Xiaoping. En América Latina, tendremos tres elecciones: Costa Rica, Colombia y Brasil, sin duda esta última, en el país más grande de la región, tendrá importantes repercusiones, debido al nivel de polarización que puede haber entre el presidente Jair Bolsonaro y el expresidente Luis Ignacio Lula da Silva. Igualmente, la elección en Colombia puede presentar un punto de inflexión en el tanto, por primera vez un candidato de izquierda, como lo es Gustavo Petro, podría convertirse en presidente. De presentarse la anterior situación, tendríamos en América Latina una situación marcada por gobiernos de la izquierda democrática en los principales países de la región como Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia y Perú.

Finalmente, la crisis climática tendrá un nuevo capítulo este año cuando en Egipto se desarrolle la cumbre mundial COP27. La COP26 celebrada el año pasado en Glasgow hizo un llamado para reducir “gradualmente” el uso del carbón como fuente de energía y los subsidios a los combustibles fósiles “ineficientes”. En tanto más de 100 países, entre ellos Estados Unidos, se comprometieron a recortar para 2030 en un 30% sus emisiones de metano, uno de los gases que provocan el calentamiento global. Sin embargo, los grandes emisores como Rusia, China e India no formaron parte de la iniciativa. El tema de cambio climático es el mejor ejemplo de lo difícil que es alcanzar acuerdos efectivos en los temas “transfronterizos”, siendo este el rasgo principal que caracteriza los grandes temas del siglo XXI.  

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