El agua como instrumento de cooperación transfronteriza en América Latina
La crisis mundial del agua dulce empieza a percibirse como una amenaza existencial para los Estados: requiere medidas extraordinarias para paliar o resolver el problema.
Dr. Alexander López/ Académico de la Universidad Nacional.
En las últimas décadas, el sistema internacional ha experimentado profundos cambios en lo relativo a los tipos de amenazas que desestabilizan la paz y la seguridad internacionales. A medida que surgen nuevas amenazas, la atención a las nuevas dimensiones del concepto de seguridad está alcanzando la cima de la agenda internacional. En este contexto, la crisis mundial del agua dulce empieza a percibirse como una amenaza existencial para los Estados, que requiere medidas extraordinarias para paliar o resolver el problema.
El agua es un elemento esencial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, la denominada agenda 2030, con un fuerte impacto en la salud y la prosperidad de las personas y los países. Pero los avances en los objetivos y metas relacionados con el agua, siguen estando todavía muy bajos en su nivel de cumplimiento, lo que pone en peligro toda la agenda de desarrollo sostenible.
La importancia del agua en los esfuerzos de desarrollo sostenible llevó a la Asamblea General a convocar a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el “Examen amplio de mitad de período de la aplicación de los Objetivos del Decenio Internacional para la Acción, ‘El agua, fuente de desarrollo sostenible’, 2018-2028”, misma que se celebró en Nueva York la semana anterior.
En términos del cumplimiento de los indicadores asociados al objetivo No. 6 (Agua y Saneamiento), de particular preocupación, son los pocos avances en materia de gestión de cuencas y acuíferos transfronterizos, especialmente en Centroamérica. El indicador 6.5.2 de los ODS pone el acento en la existencia de un mecanismo institucional que sea operacional para la gestión de las cuencas y acuíferos transfronterizos.
Es importante recordar que, en un sistema anárquico, las instituciones ofrecen una cierta capacidad de gobernanza y generan confianza para los actores. Sin embargo, el caso de la gestión del agua en América Latina también demuestra que la falta de capacidad institucional sigue siendo uno de los principales problemas a los que se enfrentan las cuencas hidrográficas transfronterizas. Esta falta de capacidad es una de las razones por las que puede resultar difícil alcanzar los objetivos del ODS 6.5.2 en la práctica.
Un problema crítico al que se enfrentan los Estados de la región es el intercambio de datos e información, lo que dificulta la toma de decisiones. Este intercambio de información es especialmente crítico cuando se trata de acuíferos transfronterizos. Por ejemplo, el informe latinoamericano para el ODS 6 afirmaba que sólo unos pocos acuíferos (como el Acuífero Guaraní), compartidos entre Paraguay, Argentina, Uruguay y Brasil, cuentan con un mecanismo institucional y también comparten cierto nivel de intercambio de datos.
Parece ser que el principal reto al que se enfrenta la gestión de las cuencas transfronterizas es encontrar los mecanismos para construir instituciones que puedan tanto superar la lógica de la administración territorial basada en el enfoque de la soberanía nacional como incorporar la noción de derechos y deberes compartidos dentro de nuevos marcos institucionales de cooperación transfronteriza.
Según los informes nacionales enviados por los países de América Latina y el Caribe a las agencias custodio de Naciones Unidas en esta materia (Unece y Unesco), así como el análisis realizado por la Conferencia Iberoamericana de Directores del Agua (CODIA), en América Latina, 10 países tienen tan solo el 10% o menos de sus cuencas transfronterizas cubiertas por acuerdos operativos. Lo opuesto (la excepción) son países como Argentina, Brasil, Ecuador y Paraguay, que tienen más del 90% cubierto por algún tipo de acuerdo transfronterizo.
Una mirada más profunda a las cifras es reveladora. En su informe nacional, sólo Ecuador, de toda la América Latina, declaró tener acuerdos operativos en vigor para toda la zona de sus cuencas transfronterizas, incluidos los acuíferos transfronterizos. Brasil declaró que el 98% de los acuerdos operativos están en vigor para sus ríos y lagos transfronterizos, pero cuando se incluyen los acuíferos transfronterizos, esta cifra desciende al 67%. Una dinámica similar se da tanto en Paraguay (100% de ríos y lagos, pero solamente 51% de acuíferos) como en Argentina (100% y 60%, respectivamente). México cuenta con acuerdos operativos en el 50% de sus cuencas fluviales transfronterizas, pero sólo en el 22% de sus acuíferos transfronterizos.
En virtud del escenario anterior, pareciera aconsejable promover más y mejores marcos institucionales para reforzar la cooperación y la coordinación entre los países ribereños y otras partes interesadas. Este objetivo puede alcanzarse mediante acuerdos bilaterales y multilaterales, comités conjuntos y una comunicación periódica. Del mismo modo, aumentar la cooperación regional mediante el uso de instrumentos globales como los Convenios de la ONU sobre Cursos de Agua Transfronterizos (1992 y 1997), que proporcionan una plataforma global útil para el desarrollo de políticas. Estos acuerdos también proporcionan seguridad jurídica a los Estados ribereños, los inversores y otras partes interesadas.
Es tiempo de actuar para proteger el recurso más valioso que tenemos en nuestro planeta y del cual depende la vida misma.
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