10 de noviembre de 2022, 19:28 PM

Dr. Alexander López/ Académico de la Universidad Nacional. 

Las recientes elecciones de Brasil en que resultará ganador Luis Inacio Lula da Silva son muy significativas por varias razones. En primer lugar, se trata del gigante de América Latina, se puede decir la democracia más grande de la región por número de votantes, en segundo lugar, electoralmente hablando desde el surgimiento de la democracia en este país suramericano, nunca hubo unas elecciones brasileñas con tantos votos (60 millones), ni con una diferencia tan minúscula a favor del ganador.

El triunfo de Lula no significa necesariamente que está resurgiendo la izquierda, es decir, la que tuvo lugar hace dos décadas, aunque seis de las siete mayores democracias latinoamericanas vengan votando a políticos de izquierda desde 2018, esta es una izquierda bastante diferente a la del socialismo del siglo XXI. Como símbolo de la nueva época, Lula da Silva ganó las elecciones llevando un socialdemócrata como candidato a vicepresidente, considerado un centrista conservador.

A Lula se le reconoce haber sacado de la pobreza a unos 30 millones de brasileños en sus anteriores mandatos gracias a programas sociales financiados por el boom de las materias primas. Acabó su presidencia en 2010 con una aprobación cercana 90%, pero quedó manchado por acusaciones de corrupción y una condena que en 2018 lo llevó 19 meses a la cárcel, finalmente anulada por motivos procesales.

En realidad, el ascenso al poder de Lula puede ser interpretado como un gane de las fuerzas opositoras, debido a que en América Latina el fenómeno parece estar más relacionado con tratar de sacar del poder a quienes no han podido lidiar con ciertos desafíos. En la región en su conjunto, hemos visto que los oficialismos pierden y la oposición los reemplaza en el poder: este año ha habido cambio de gobierno en Brasil, Colombia y Costa Rica, en 2021 sucedió lo mismo en Ecuador, Honduras, Perú y Chile.

El caso de Brasil sigue esta línea, el triunfo reafirma el descontento frente al oficialismo y sus resultados, por ejemplo, ante la devastadora cifra de 700.000 muertos en la pandemia, una aceleración de la deforestación de la selva amazónica, y también por los abiertos ataques a la prensa y a las libertades civiles por parte de Bolsonaro. La pandemia dejó expuestos los principales problemas sociales de Brasil con más claridad: educación y salud; más que los económicos.

En Brasil, tras la pandemia, la crisis de la educación continua. Una encuesta realizada en agosto pasado para Unicef muestra que dos millones de niños de entre 11 y 19 años que aún no habían completado la educación básica abandonaron la escuela en Brasil. Eso equivale a cerca de un 11% de los niños y adolescentes. Y el problema es mayor en los sectores más vulnerables, donde un 17% abandonó las aulas. Esta realidad ha sido calificada como una bomba social y en efecto lo es.

En términos de política exterior, el primer dilema de Lula será definirse sobre la guerra en Ucrania. Asimismo, Brasil deberá encontrar su lugar en la cada vez más agresiva disputa entre sus dos principales socios comerciales: China y Estados Unidos.

Para el contexto latinoamericano, las palabras de Lula cuando asumió la elección son significativas. El hoy electo presidente dijo: “Brasil está de vuelta, vamos a reconstruir Unasur, vamos a reconstruir y fortalecer Mercosur, vamos a fortalecer y proyectar la CELAC, vamos a trabajar por un nuevo orden económico mundial, por comercio justo, por soberanía alimentaria”. Desde ese punto de vista, la frase del presidente electo Lula, 'Brasil está de vuelta', se puede interpretar como una apuesta al fortalecimiento de la unidad latinoamericana.

Un tema que no será fácil es la relación con Maduro, Brasil comparte una frontera de 2.137 kilómetros con Venezuela, y durante el Gobierno de Bolsonaro, un histórico crítico del chavismo, la relación entre ambos países entró en crisis.

Finalmente, la política exterior en materia ambiental es igualmente un factor de alta política para Brasil. Durante los dos primeros Gobiernos de Lula da Silva y luego Rousseff, Brasil llegó a ser considerado un modelo en materia políticas ambientales, reduciendo significativamente la deforestación del Amazonas, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales. Todo lo anterior hace prever que el triunfo de Lula representa el regreso del gigante de América Latina al escenario internacional, con una clara vinculación a la agenda regional latinoamericana y a los temas multilaterales.

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