POR Sebastián Durango | 2 de diciembre de 2025, 17:55 PM

En Concepción de San Rafael de Heredia, la Navidad no es solo una fecha en el calendario: es una atmósfera que se construye a diario dentro del hogar de Hernán Vargas y Melvin Chaves. Basta cruzar la puerta para notar que cada rincón parece detenido en un instante luminoso, como si el tiempo se plegara para dejar pasar únicamente la emoción de estas fiestas.

El centro de esa historia es una villa navideña que supera las 80 figuras y que, más que una colección, es un relato en movimiento. Cada pieza está colocada con una precisión casi artesanal: casas diminutas que parecen respirar, personajes que caminan hacia un destino compartido, luces que simulan amaneceres y noches en un pequeño universo festivo. Hay paciencia en cada gesto, pero sobre todo un amor hondo por la tradición que da estructura al conjunto.

A ese escenario se suman varios portales antiguos, algunos con más de un siglo de historia, provenientes de distintas partes del mundo. Cada uno trae consigo fragmentos de memoria familiar, historias viajadas y un simbolismo que conserva el peso de lo heredado. Son piezas que no solo decoran: hablan.

La magia se completa con dos árboles de Navidad que revelan personalidades distintas, pero complementarias. Uno apuesta por lo clásico, con colores cálidos y adornos que evocan lo atemporal; el otro se atreve a jugar con texturas, tonos y combinaciones que iluminan la sala con un brillo único. Ambos son testimonio del esmero cotidiano con el que la pareja construye su propio ritual de fin de año.

Entre luces, detalles y recuerdos, Hernán y Melvin han logrado algo más que embellecer su casa: han creado un santuario navideño donde la tradición se vive con intensidad y cada objeto dialoga con el siguiente. Un lugar donde diciembre se vuelve permanente y donde el abrazo de la celebración se siente tan cercano como la propia familia.

Repase el reportaje completo en el video que aparece en la portada del artículo.

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