POR Johnny López | 21 de julio de 2025, 17:55 PM

“Soy una de las pocas novias que tuvo que esperar… pero no por el vestido, ni por el anillo, sino por la iglesia”, dice Milagro Chinchilla con una sonrisa que mezcla amor, paciencia y fe.

Su historia es también la historia de Santa María, en Alajuelita, donde por años la comunidad soñó con tener su propia capilla. Un templo que no solo celebrara la fe, sino también la vida y el amor.

Milagro vivía con su pareja, Óscar, desde hacía más de 20 años. Ya estaban casados por lo civil, pero él tenía una promesa pendiente: quería dar el “sí” en una iglesia construida por su gente, en su propio pueblo. Y ella decidió esperar.

Esa espera terminó el 19 de agosto del 2023, cuando por fin pudieron casarse en la capilla que, apenas una semana antes, había celebrado su primera misa. Fue un momento profundamente simbólico: el inicio de una nueva etapa, tanto para la pareja como para toda una comunidad.

Detrás de ese logro hay una historia de esfuerzo colectivo: rifas, ventas de comida, turnos y vecinos que, con manos solidarias y sazón casera, levantaron cada pared de la iglesia. “Vendíamos tamales, picadillos, sopas”, recuerdan entre risas, conscientes del sacrificio compartido que hizo posible el sueño.

Al entrar al templo, un detalle conmueve: el Vía Crucis fue elaborado por un artesano herediano, y cada estación fue donada por una familia del barrio. Todas llevan grabado su nombre, como testigo de la unión que forjó este espacio sagrado.

Hoy, las misas se celebran todos los sábados a las 6 de la tarde, y las fiestas patronales se realizan en febrero. La capilla se ha convertido en el punto de encuentro más importante del barrio.

“Esperé años para casarme en esta iglesia… y valió la pena cada día”, afirma Milagro. Sus palabras resumen el espíritu de esta historia: un sueño de amor que hoy tiene techo, altar… y comunidad.

Reviva esta historia en el video que aparece en la portada del artículo.

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