POR Sebastián Durango | 19 de noviembre de 2025, 17:55 PM

En Mecatos cr cada queque tiene una historia que empieza mucho antes de que alguien lo pruebe. Empieza en silencio, a las seis de la mañana, cuando Diego Marín ya está de pie preparando la masa fresca que sostendrá el resto del día. Es un gesto repetido, casi ritual, que separa la noche del trabajo y que anuncia el aroma que luego llenará su local en Lagunilla.

Diego pasa las tardes atendiendo clientes y dando los toques finales a los pedidos, después de haber recorrido la zona con su servicio express. Ese reparto nació del deseo de crecer, de llevar sus queques a quienes los necesitan sin esperar a que lleguen. Es una forma de estar presente, incluso lejos del mostrador.

Las horas previas, mientras la ciudad apenas se despereza, él ya está armando pasteles personalizados que empiezan siempre igual: con la masa que preparó en la madrugada. Cada creación lleva su sello, no porque lo busque, sino porque el trabajo hecho a esa hora deja una huella distinta, más silenciosa, más propia.

Su caminata diaria hacia el local es también un recorrido hacia sus inicios. Es el recordatorio de que los comienzos fueron duros y de que, aun así, el amor por este oficio lo sostuvo. Hay certezas que acompañan como una sombra: que la constancia tiene su recompensa y que lo hecho con paciencia encuentra su lugar.

En Mecatos cr, el éxito se hornea temprano. Y Diego Marín lo sirve todos los días, con la misma dedicación con la que empieza su jornada, mucho antes del amanecer.

Para conocer más sobre esta historia y ver el reportaje completo, le invitamos a repasar el video disponible en la portada del artículo.

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