POR María Jesús Prada | 17 de noviembre de 2025, 9:50 AM

Islandia es una tierra de contrastes: hielo y fuego, calma y tormenta, silencio y viento. En su costa sur hay un punto donde el océano Atlántico choca de frente con la historia volcánica del país. Una playa tan imponente que parece salida de otro planeta.

Su nombre es Reynisfjara, y su belleza es tan magnética como impredecible. Aquí, el Atlántico Norte golpea con furia y el viento parece tener voz propia. En la orilla, la arena negra absorbe la luz como si guardara dentro de sí el fuego que alguna vez la creó.

Las columnas de basalto que emergen del acantilado —formadas por la solidificación de la lava— se elevan como una catedral natural, un recordatorio de que en esta isla los templos también pueden ser de piedra volcánica. Pero la misma fuerza que la esculpió puede volverse amenaza: las llamadas sneaker waves, olas repentinas y potentes, son capaces de arrastrar todo a su paso.

El origen de esta arena se remonta a un encuentro violento: cuando los ríos de magma se mezclaron con el agua helada del mar, el contraste extremo de temperaturas desintegró el magma en miles de fragmentos diminutos. Esos mismos restos son los que hoy cubren la costa, conformando una de las playas más fotografiadas de Islandia.

Frente a la inmensidad del Atlántico, con el viento cortando el aire y la arena negra bajo los pies, es imposible no sentir respeto. Aquí, donde el fuego se convirtió en piedra y la piedra en arena, Islandia revela su verdadera esencia: una tierra que vive en el equilibrio perfecto entre lo indomable y lo eterno.

Reviva el reportaje completo en el video que está en la portada.

Este viaje forma parte de una serie especial realizada junto a MD Tours para mostrar los paisajes y experiencias que aguardan en Islandia. Muy pronto, durante el Festival de la Luz, dos personas podrán vivir esta misma aventura: se obsequiarán dos boletos para descubrir el país del fuego y el hielo.

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