POR Mariana Valladares | 5 de diciembre de 2025, 22:00 PM

A las 2 p.m., cuando las puertas del Estadio Nacional finalmente se abrieron, ya la historia estaba escrita: desde el jueves anterior, decenas de fanáticos habían acampado entre cobijas, sillas plegables y helados aguaceros esporádicos para asegurarse un lugar lo más cerca posible de su ídolo. 

La ansiedad olía a bloqueador, café frío y emoción. A las 7 p.m., los accesos se cerraron por completo; no cabía un alma más. Y una hora antes, a las 6:30 p.m., la banda Chuwi encendió los primeros gritos de la noche con un show corto, pero explosivo de al menos media hora, lo que dejó a la multitud vibrando en anticipación.

Acto I: El rugido de un comienzo esperado

A las 7:30 p.m., las luces cayeron como una ola y el Estadio Nacional quedó suspendido en un silencio eléctrico. Luego un video de dos niños ticos apareció en la pantalla gigante que se ubicaba a un costado del estadio, justo detrás de la tarima principal. Los jóvenes mencionaban que para que "Benito aparezca debemos decir las palabras mágicas: Benito, hijo de Benito, le decían Tito..."

El escenario principal respiró luz amarilla, y con un golpe de percusión que hizo temblar las gradas, Bad Bunny apareció con un elegante traje dorado para abrir con LA MuDANZA, una entrada puramente teatral, casi cinematográfica. El público respondió como si hubiera estado conteniendo la respiración por días.

Sin dar espacio al descanso, el "Conejo Malo" transformó el estadio en una fiesta  con Callaita, desatando pasos improvisados y coros a pulmón limpio. Luego llegaron Pitorro de Coco y Weltita, junto a Chuwi, temas que tejieron una atmósfera tropical, cálida, casi íntima pese a las más de 50 mil personas presentes.

"Nunca nunca me quisiera ir de aquí Costa Rica. Canten con estos puertorriqueños que los vinieron a visitar hoy", fue una de las primeras líneas que el artista dedicó a su público tico. 

Con Turista y Baile Inolvidable, el intérprete se movió a través del escenario como quien guía una travesía personal. 

Pidió a los presentes bailar y cantar, porque son temas para eso, pero sobre todo "tirar muchas fotos y videos, con la cámara, el celular y sobre todo la mente y el corazón". Además, recordó con cariño su primera presentación en el país y su última en 2022. Confesó que esa energía del "pura vida" lo atrapó y por eso volvió con dos fechas en este tour

Nuevayol, potente y melancólica, cerró el primer acto con un aire de nostalgia caribeña. Sus músicos alargaron la parte instrumental del primer tema del álbum Debí tirar más fotos, mientras Benito se preparaba para "La Casita".

Antes de llevar al público a su segunda escenario, "Concho", el íconico sapo que ha acompañado la promoción de la música del Conejo este 2025, apareció en las pantallas del Nacional. 

"Llegué a Costa Rica. Quiero probar el gallopinto, el chifrijo, la olla de carne. Ah y quiero ver si es veldá que los patacones saben igual que los de PR. Pero antes, llegué aquí", dijo el sapo animado, con lo que las luces del recinto anunciaron el regreso de Benito a escena. 

Acto II: El viaje hacia el perreo del "Casita Stage"

Luciendo una dudadera y pantaloneta verde, con una gorra verde muy al estilo Ferxxo, Bad Bunny llegó hasta el "Casita Stage", un espacio diseñado para sentirse justo eso: la casa de un pana, un lugar pequeño donde la música suena más cerca del pecho que de los oídos. Allí comenzó con Veldá, un arranque suave que preparó el terreno para un torbellino de nostalgia urbana.

Fue aquí donde el público explotó por completo. Tití me preguntó, Neverita y Si veo a tu mamá se encadenaron como una sola fiesta, cada canción más coreada que la anterior. El sudor, la felicidad y las luces del escenario convirtieron el segundo escenario en una discoteca efervescente a cielo abierto.

Sobre los esperados invitados de "La Casita", se trató de puros bailarines y personas del público, además de los músicos Los Plenaros de la Cresta. 

Cuando sonó Voy a llevarte pa’ PR, cientos de banderas puertorriqueñas se alzaron espontáneamente, pero antes Badbo invitó a un fanático a gritar "Acho, PR es otra cosa" y subió solo al techo de "La Casita".

Me porto bonito hizo temblar el piso; No me conoce, en honor a Jhayco, fue cantada como si fuera propia; y con Bichiyal y Yo perreo sola, el estadio entero se transformó en un solo cuerpo perreando sin pudor ni distancia.

La seguidilla Efecto, Safaera, Diles y Monaco marcó uno de los picos más fuertes de la noche, un mar de celulares en alto, voces roncas y brincos sincronizados. 

El tema CARO fue la canción sorpresa que hizo que el público gritara aún más. La producción confirmó por medio de las pantallas en el Estadio Nacional que este tema fue único para la fecha del 5 de diciembre y que no se repetirá en ningún país ni función, por lo que crece la expectativa de qué tema interpretará este 6 de diciembre en su segunda fecha. 

​"Llevaba mucho tiempo de no cantar esta canción y se siente bien", recalcó el boricua. 

Luego, Café con Ron bajó el pulso apenas lo necesario, mientras Ábreme paso rendía homenaje a la tradición boricua en medio de un estadio. Este último fue interpretado casi que en solitario por Los Plenaros de la Cresta, mientras el artista principal se preparaba para la última parte de su show.

Acto III: Un 'Apagón' cargado de energía y euforia

El regreso al escenario principal fue recibido como si fuera la entrada a un segundo concierto. Esta vez el Conejo lució un pantalón celeste, una camisa color beige y un gorro café, outfit con el que cerró el evento.

Las primeras notas de Ojitos lindos llenaron el aire de una ternura colectiva: parejas abrazadas, amigos tomados de los hombros, luces blancas ondeando en las gradas. Luego llegó La canción, rompiendo fibras sensibles en cada rincón del estadio.

El tramo final fue pura adrenalina: KLOuFRENS, poderosa y magnética; Bokete y Dákiti, convertidas en un canto unísono que hizo vibrar el concreto.  

Y cuando el público no podía estar más emocionado, sonó una bomba que anunciaba la llegada del éxito El apagón, que sacó a relucir el orgullo boricua y encendió un baile masivo que parecía no tener final.

Para rematar, Bad Bunny soltó DtMF y EoO, dejando al público sin aire, pero con la sensación de haber vivido algo irrepetible. Cuando las luces se encendieron de golpe, la gente no sabía si gritar, llorar o pedir otra. Muchos hicieron las tres, mientras disfrutaban de un gran juego de pólvora que cerró el esperado concierto.

​"Nunca me voy a olvidar de la primera vez que vine a Costa Rica y quedé impresionado con la energía y el amor. Espero que esta noche se la lleven en el corazón por siempre", concluyó el "Conejo Malo". 

Costa Rica recibió a Benito con filas interminables, cánticos desde la madrugada y un estadio a reventar. 

Y él respondió con un espectáculo que no fue solo música: fue nostalgia, fiesta, barrio, Caribe, y una noche que muchos de verdad desearán haber fotografiado más.

Porque sí, Bad Bunny lo advirtió en el título de su gira: Debí tirar más fotos.
La noche de este viernes, miles entendieron por qué.

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