Por BBC News Mundo |9 de abril de 2022, 20:31 PM
El primer ministro de Pakistán, Imran Khan. Foto de archivo.
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Imran Khan tenía, hasta ahora, el respaldo encubierto de lo que se conoce como el "establishment" conformado por las fuerzas armadas.

El primer ministro de Pakistán, el popular exjugador de críquet Imran Khan (de 69 años), fue destituido tras una moción de censura en el parlamento.

Los congresistas se reunirán nuevamente el lunes para votar por el nuevo líder que conducirá el país hasta el final del período en octubre de 2023, cuando están previstas las elecciones.

Pero, ¿qué llevó a su caída?

Cuando fue elegido primer ministro en 2018, Khan parecía tener casi todo a su favor.

Héroe nacional por sus días como jugador de críquet, se había transformado en un político carismático y, después de años de lucha, logró suplantar a las dos dinastías políticas rivales establecidas que habían dominado Pakistán durante décadas.

Emergió como una fuerza nueva, con actos políticos vibrantes llenos de canciones pegadizas que, junto con su enorme presencia en las redes sociales, amplificaron su firme mensaje anticorrupción.

Khan prometió traer un "cambio" al país, creando un "nuevo Pakistán".

Ningún primer ministro ha completado nunca un mandato parlamentario de cinco años en Pakistán, y Khan parecía que podía ser el primero.

Sin embargo, la razón por la que su puesto parecía tan seguro también ayuda a explicar su caída.

Escogido por el poder militar

Ambas partes lo niegan, pero se reconoce ampliamente que llegó al poder con la ayuda del poderoso ejército y los servicios de inteligencia de Pakistán, y ahora se peleó con ellos.

Sin duda, Khan tuvo un apoyo significativo y genuino de parte de la población en 2018.

Pero también tenía el respaldo encubierto del "establishment" de Pakistán, conformado por las fuerzas armadas.

El ejército ha controlado directa o indirectamente el país durante la mayor parte de su existencia, y los críticos calificaron al gobierno de Khan como un "régimen híbrido".

El respaldo a Khan se ejemplificó de muchas maneras diferentes. Durante la campaña electoral de 2018, la distribución de los medios de comunicación que informaban con simpatía sobre sus oponentes se redujo, mientras que algunos candidatos que se presentaban a las elecciones fueron persuadidos ​​u obligados a unirse a su partido.

"Fue creado por ellos", dijo a la BBC un miembro desertor del partido de Khan, refiriéndose a los militares. "Ellos fueron los que lo llevaron al poder", agregó.

Simpatizantes del partido político paquistaní Tehreek-e-Insaf encienden sus teléfonos celulares y cantan consignas en apoyo del primer ministro Imran Khan durante una manifestación en Islamabad, Pakistán, el 4 de abril de 2022.
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Los partidarios de Imran Khan organizaron manifestaciones masivas en la capital, Islamabad.

Oposición y corrupción

Su principal oponente, Nawaz Sharif, primero fue descalificado y luego condenado por cargos de corrupción.

Muchos sospechaban que Sharif había estado involucrado en actos de corrupción en el pasado, pero la verdadera razón por la que estaba siendo castigado en esa etapa era su propia pelea con el ejército.

Sharif había comenzado su carrera política como protegido de un dictador militar antes de volverse más independiente, lo que provocó la ira del "establishment".

Siempre negó estar involucrado en corrupción y dijo que las acusaciones tienen motivaciones políticas.

Después de llegar al poder, Khan, por el contrario, proclamó con orgullo que él y el ejército estaban en "la misma página" cuando se trataba de decisiones políticas.

Los resultados preocuparon a activistas de la sociedad civil. En el país tomaron lugar una serie de ataques y secuestros contra periodistas y comentaristas críticos tanto con el gobierno de Khan como con los servicios de inteligencia.

Ambos negaron su participación, pero nunca se identificó a ningún otro culpable.

Partidarios de la oposición celebran frente al edificio de la Corte Suprema después de un veredicto judicial en Islamabad el 7 de abril de 2022.
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Partidarios de la oposición celebraron frente a la Corte Suprema después de que el tribunal dictaminara el jueves que una medida de Khan para bloquear el voto de censura era inconstitucional.

Críticas a su gestión

Khan insistió en que se centraba en mejorar la gobernanza y llevó a cabo algunas expansiones impresionantes en el sistema de bienestar social, por ejemplo, introduciendo un plan de seguro médico en gran parte del país.

Sin embargo, en otras áreas flaqueó. Su decisión de nombrar a un recién llegado a la política sin experiencia y poco calificado para un puesto clave -el ministro en jefe de Punjab, la provincia más poblada del país- fue ampliamente ridiculizada.

Sin poder explicar por qué Khan se negó a remplazar a su designado, Usman Buzdar, a pesar de las abrumadoras críticas, se difundieron rumores de que la esposa del primer ministro, una especie de guía espiritual, le había advertido que Buzdar era un buen augurio y, si era despedido, todo su gobierno colapsaría.

También hubo otros desafíos. El costo de vida en Pakistán se disparó, con fuertes aumentos en los precios de los alimentos y la desvalorización de la rupia frente al dólar.

Los partidarios de Khan culpan a las condiciones globales, pero la desaprobación hacia él fue en aumento.

"Los Sharifs pueden haberse llenado los bolsillos, pero al menos hicieron el trabajo" es una frase que se convirtió en una queja común.

Aún así, por un tiempo, el primer ministro parecía ser la mejor apuesta para los militares.

Se convirtió en una figura impresionante en el escenario mundial y su decisión de no ordenar un confinamiento total durante la pandemia de coronavirus fue reivindicada por tener menos muertes de las esperadas, aunque nadie puede estar seguro de por qué sucedió.

El jefe del Estado Mayor del ejército de Pakistán, el general Qamar Javed Bajwa (izquierda), en un desfile militar en Islamabad el 23 de marzo de 2022.
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El jefe del ejército, el general Qamar Javed Bajwa (izquierda), e Imran Khan estaban en desacuerdo sobre la invasión rusa de Ucrania.

Mientras tanto, sus oponentes expresaban cada vez más su rechazo a los militares y señalaron al jefe del ejército, Qamar Javed Bajwa, y al jefe de los servicios de inteligencia, el teniente general Faiz Hameed, como responsables de "seleccionar" a Khan para el cargo.

Diferencias internas

La dinámica cambió drásticamente el año pasado.

Varios observadores le dijeron a la BBC que el ejército comenzó a sentirse cada vez más frustrado por el hecho de que Khan no logró un buen gobierno, particularmente en Punjab, y quizás por cómo la oposición los culpaba públicamente por llevarlo al poder.

Y lo que es más importante: comenzó a surgir una ruptura entre Bajwa y Hameed, a quien se veía que esperaba convertirse en el próximo jefe del ejército.

Aparentemente, Hameed estaba tan seguro de sus perspectivas que incluso les había dicho previamente a los funcionarios en el vecino Afganistán que él sería el próximo hombre a cargo del ejército.

No obstante, una fuente cercana a las fuerzas armadas dijo que si bien Hameed era visto como alguien que podía manejar "trabajos sucios" de manera efectiva -una referencia a manipular a los políticos o silenciar a los críticos-, no era visto como alguien apto para "dirigir la institución".

La tensión entre las dos poderosas figuras se notó durante una interacción privada con comentaristas influyentes el verano boreal pasado. Un periodista hizo una pregunta y el jefe de inteligencia le dijo que se había acabado el tiempo.

"Soy el jefe", interrumpió Bajwa de forma seca, "y yo voy a decidir cuándo terminamos". Luego tomó la pregunta y la respondió tranquilamente.

En octubre, la disputa escaló y envolvió a Khan. Bajwa presuntamente quería un nuevo hombre a cargo de los servicios de inteligencia, y el ejército anunció un cambio de funciones.

Sin embargo, Khan, que había desarrollado una relación cercana con Hameed, se resistió, aparentemente queriendo que se quedara hasta que se llevaran a cabo las elecciones, suponiendo que él podría ayudarlo una vez más a asegurarse la victoria.

El primer ministro pospuso la emisión de una notificación formal aprobando el cambio de destino durante casi tres semanas antes de finalmente ceder.

Las grietas ahora visibles entre los militares y el gobierno de Khan envalentonaron a la oposición.

Cuando comenzaron a planear un voto de censura y sondearon a los posibles desertores dentro de su partido y aliados de la coalición, varias fuentes le dijeron a la BBC que los militares dejaron en claro que iban a ser "neutrales" en esta ocasión.

Un desertor del partido de Khan le dijo a la BBC que él y otros parlamentarios solían recibir "llamadas" de los servicios de inteligencia indicándoles qué hacer.

"Solíamos ser maltratados", dijo indignado.

Sin embargo, una vez que Hameed dejó el cargo, las "llamadas" cesaron. "Ahora el ejército no está interfiriendo", agregó.

El periodista Kamran Yousaf le dijo a la BBC que los militares habían estado involucrados en la "gestión" de los aliados de Khan y la escasa mayoría en el gobierno.

"Una vez que faltó ese apoyo, su caída fue inevitable", afirmó.

También surgieron otras diferencias entre Khan y el ejército, especialmente en política exterior.

Aunque defendió visitar Moscú el día que las tropas rusas cruzaron a Ucrania y rechazó bruscamente los intentos de los funcionarios occidentales de condenar el comportamiento de Vladimir Putin, Bajwa dijo la semana pasada que la invasión "debe detenerse de inmediato".

Yousaf dijo que Khan también había "derruido" anteriormente un intento defendido por Bajwa de restaurar parcialmente el comercio con su rival regional India "debido al costo político".

Irónicamente, los gobiernos civiles anteriores se han enfrentado con el ejército paquistaní porque han estado a favor de mejorar los lazos con la India, pero en ese momento, el ejército no lo estaba.

Responsabilizan a EE.UU.

Khan dijo reiteradamente que no abandonará la lucha. Alega que es víctima de un intento liderado por EE.UU. de afectar el "cambio de régimen" en Pakistán, debido a la inclinación antioccidental en su política exterior, que incluyó críticas a la guerra de Washington en Afganistán.

La mayoría de los analistas lo descartaron y lo calificaron como una exageración deliberada de un cable diplomático enviado por el embajador de Pakistán en EE.UU.

Pese a ello, es una narrativa que parece estar resonando entre los partidarios de Khan, que aprovecha una reserva antiestadounidense en el país.

Irónicamente, el propio ejército pakistaní alimentó una atmósfera propicia para las teorías conspirativas al advertir repetidamente sobre los peligros de vagas "conspiraciones extranjeras" o "agendas extranjeras".

Khan le dijo una vez a su equipo de críquet que "peleen como tigres acorralados". Ahora parece destinado a ser un opositor formidable.