Por María Jesús Prada |14 de abril de 2023, 11:40 AM

*Los nombres de la entrevistada y de su esposo fueron cambiados para proteger su identidad.

La madrugada de este viernes era un día más de trabajo para Carlos, quien abandonó su natal Venezuela acompañado por su esposa, María, en busca de una mejor vida y de un salario estable con el que pudieran apoyar a los familiares que dejaron en su país.

El Chevrolet Spark de cuatro pasajeros que conducía era su herramienta de trabajo, una de sus posesiones más preciadas, ya que invirtió los ahorros que tenía para poderlo comprar e inscribirse como chofer en una popular plataforma digital de transporte.

Desde que esta familia se mudó a Costa Rica, el carro se convirtió en la manera de generar un ingreso para vivir, apoyar a su familia y asumir las cargas sociales que debían pagar cada mes.

“Él solo estaba trabajando. Es una persona sana, honesta. Desde que llegamos a este país nos hemos dedicado a trabajar, pagamos impuestos, pagamos el alquiler al día, cumplimos con nuestros compromisos y toda la gente que nos conoce sabe que llegamos a este país para trabajar honrada y honestamente”, indicó María durante una entrevista con este medio.


La pareja estaba consciente de los riesgos que suponía trabajar en una plataforma digital, explica María, “en nuestro caso, y especialmente porque vivimos de esto, uno pasa bastante preocupado porque cada día y a cado rato salen noticias de personas que trabajan en lo mismo y se convierten en víctimas”.

Lamentablemente, lo que más temían se hizo realidad esta madrugada, cuando, según los relatos de testigos, un vehículo manejó violentamente en persecución del carro que conducía Carlos, provocando que colisionara contra un poste, mientras los sospechosos atacaban a los pasajeros con una lluvia de balas.

“Este es un trabajo que no se planea. O sea, uno puede tener el deseo de que los viajes solo les salgan dentro de zonas relativamente más tranquilas, menos peligrosas, pero eso no depende de uno”, lamenta María.

No había otra opción para esta familia, quien hoy recibe el día desde un hospital: María, en las afueras, a la espera de recibir más información sobre su esposo, sobre quien los doctores todavía no le han dicho nada, y Carlos, internado en el centro médico, recibiendo la atención necesaria para sobrellevar las heridas que le provocó el ataque.

“Ese carro es todo lo que nosotros tenemos”, confiesa María, preocupada por la nueva realidad que debe afrontar con su esposo. “Nos quedamos sin trabajo y ahora, ¿con qué vamos a comprar comida? ¿Con qué vamos a pagar el alquiler, los servicios? ¿Con qué le vamos a enviar a la familia en Venezuela, que depende de nosotros para comer?”

María se describe como una fiel creyente, y asegura que ahora su consuelo yace en la fe, en la esperanza de que Dios le ayudará a ella (de 37 años) y a su esposo (de 43) a retomar sus vidas después de sufrir una tragedia que nunca olvidarán.

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