Por Gloriana Casasola Calderón |28 de octubre de 2021, 12:37 PM

El Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) giró ¢165 millones para atender y ayudar a habitantes de calle en el 2020. Esto parece no ser suficiente: mientras la pobreza, la desigualdad y el desempleo sigan golpeando al país, será difícil erradicar la indigencia.

A pesar de eso, la pandemia abrió una puerta para que decenas de indigentes lograran salir de las calles hacia una nueva vida, pero el país sigue en deuda con esta población.

“Yo le dije a Dios que ya no quería estar más en la calle, que me diera una nueva oportunidad”, dijo Jean Paul, joven reinsertado en la sociedad.

“Me vi en el suelo cuando le dije a Dios que, si de verdad existía, que me sacara de ahí. Empecé a llorar como un niño y fue ahí donde busqué ayuda”, agregó Anthony Esquivel, otro hombre que superó la adicción.

“Algunos habitantes de la calle llamaron a la pandemia como ‘San Covid’ porque tuvieron una oportunidad de que se fijaran en ellos, de que los ojos de la sociedad, del Estado y organizaciones municipales, los vieran y reconocieran su vulnerabilidad”, explicó Mariela Echeverría de Servicios Sociales de la Municipalidad de San José.

La crisis sanitaria hizo que el Gobierno y las instituciones volcaran su atención hacia los más vulnerables.

“La pandemia fue una bendición para las personas en situación de calle en el Área Metropolitana porque, gracias a esto, el Estado, por medio del IMAS, CNE y la municipalidad, se abrieron presupuestos para atender a estas personas en situación de vulnerabilidad, se abrió un albergue en Hatillo 2 y otros más pequeños en el GAM”, indicó Esteban Blanco de la Fundación Lloverá.

Al igual que Jean Paul y Anthony, 230 personas en situación de calle lograron reinsertarse gracias al apoyo de la Fundación Lloverá.

Casos como estos también ocurren con adultos mayores, gracias al apoyo de Chepe se Baña: muchos regresaron con sus familia o fueron trasladados a hogares de larga estancia.

“Ellos no cambian en nuestro tiempo ni nuestro espacio, cada uno ingresa a programas, algunos salen y vuelven, pasan muchos años entre el programa y la calle, otros sí logran salir, pero lo más importante es que ellos siempre se sientan acompañados”, aclaró Mauricio Villalobos de Chepe se Baña.

No existe una única estrategia para ayudar a esta población a salir adelante.

“Empezamos en el 2012 atendiéndolos en la calle, dándoles alimento, ropa y atención primaria, pero nos dimos cuenta de que estas personas continuaban en calle y su salud empeoraba, no hacíamos un cambio como lo queríamos hacer.

“Por esa razón, toda la comida que llevábamos a la calle, la dirigimos a los centros de rehabilitación y alberges, como un canje para los que querían rehabilitarse”, relató Blanco.

Pero se necesita mucho más para evitar que los cartones se vuelvan el hogar de más personas.

“Se necesita apoyo integral, profesional, humano, presupuesto de Gobierno, que la empresa y la sociedad dirijan sus recursos a las ONG”, concluyó Villalobos.