Por Eric Corrales |3 de junio de 2023, 13:00 PM

En el distrito de Tárcoles, en el cantón puntarenense de Garabito, se lleva a cabo un apasionante programa de conservación de lapas rojas. Estas hermosas aves, que alguna vez estuvieron en peligro de extinción, ahora han logrado recuperar su población de manera significativa gracias a los esfuerzos de conservación implementados en la zona.

Hace aproximadamente 30 años, las lapas rojas se concentraban principalmente en la parte inferior del río Tárcoles, cerca del Parque Nacional Carara y la Reserva de Manglar Guacalillo. Sin embargo, sus poblaciones se encontraban en rápido descenso, algo que encendió las alarmas de conservacionistas y amantes de la naturaleza.

Fue en 1994 cuando el Hotel Punta Leona, en colaboración con el doctor Christopher Vaughan, de la Universidad de Wisconsin-Madison, comenzaron a liderar este programa de conservación. Desde entonces, se han implementado diversas acciones para fomentar la reproducción y protección de las lapas rojas en su hábitat natural.

Una de las estrategias clave ha sido la construcción y colocación de nidos artificiales en áreas estratégicas. Estos nidos proporcionan un refugio seguro para las lapas, permitiéndoles reproducirse en condiciones más favorables. Además, se realiza un monitoreo constante a través de cámaras de video, lo que ha permitido a los especialistas darle un seguimiento cercano al comportamiento de estas aves y de sus pichones.

“Es importante destacar que nosotros intervenimos en lo mínimo o casi nada en su proceso de vida, especialmente porque la idea es que ellos puedan crecer en lo más parecido a su hábitat natural, aprovechando, eso sí, los nidos artificiales, ideales para su reproducción”, explicó a Teletica.com César Vargas, encargado de comunicación de Punta Leona.

La documentación y seguimiento del hábitat de las lapas rojas en estos nidos artificiales se puede seguir las 24 horas del día en directo, mediante este enlace: http://lapasrojaspuntaleona.com:8080/

El programa también ha incluido iniciativas de reforestación con especies de árboles utilizados por las lapas rojas, lo que les brinda un hábitat más adecuado para su supervivencia. Asimismo, se ha llevado a cabo una importante labor de educación ambiental en escuelas rurales y comunidades locales, para concientizar sobre la importancia de proteger a estas aves y su entorno.



La colaboración con diversas organizaciones e instituciones, como el Ministerio de Educación Pública (MEP), finqueros locales, el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), grupos de ecoturismo y donantes, ha sido fundamental para fortalecer el programa y ampliar su alcance. Además, científicos de la Universidad de Texas se han sumado al proyecto, aportando su experiencia en la recolección y análisis de datos biológicos de los pichones de lapa.

“En algunos monitoreos constantes si notamos una vez que un pichón se cayó del nido, situación que puede ocurrir, lo recogimos con vida y ahí sí se llegó a un grupo de veterinarios en Jacó quienes lo curaron, una vez que estaba sano se volvió a colocar en el nido junto a su madre, es importante rescatar que, a diferencia de otras especies, las mamás lapas siempre los vuelven a aceptar”, agregó Vargas.

Gracias a estos esfuerzos conjuntos, hoy en día se pueden observar con mayor frecuencia las lapas rojas en distintas áreas de la región, como Puntarenas, Esparza, Orotina, San Mateo, Jacó, Bijagual, Acosta, Puriscal, el Parque Nacional La Cangreja y Parrita. Las poblaciones han experimentado un notable aumento, aunque debido a su hábito de pernoctar en manglares y bosques, resulta difícil precisar su número exacto.

Sin embargo, a pesar de los avances logrados, aún existen desafíos para la conservación de las lapas rojas. Estas aves se han visto afectadas por la tala indiscriminada, la caza ilegal para consumo humano y el comercio ilícito como mascotas. 

Es importante destacar que las lapas rojas son aves monogámicas, es decir, solo tienen una pareja a lo largo de su vida. Esto enfatiza la importancia de proteger a cada individuo y asegurar su reproducción exitosa. Además, del promedio de cuatro pichones que nacen en una camada, generalmente solo sobrevive uno. 

Son animales longevos, en condiciones normales pueden llegar a vivir entre 75 y 80 años.

Sin embargo, aún queda trabajo por hacer para enfrentar los desafíos que amenazan su supervivencia. La protección de las lapas rojas es una tarea colectiva que requiere el compromiso de todos los actores involucrados, desde los científicos y conservacionistas hasta la sociedad en general.

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