Por Daniel Carmona |12 de marzo de 2024, 8:25 AM

En la ilusión de una nueva Navidad junto a su familia, Julieta Blanco no esperaba estar en una de las camas del Hospital Blanco Cervantes, luchando contra los síntomas del Dengue Grave.

Según recuerda Blanco, quién, a sus 78 años, tiene un estilo de vida cargado por el ejercicio, pues dos veces a la semana va a clases de natación y el resto camina varios kilómetros, en las calles de Alajuelita, la semana en la que recibió el diagnóstico positivo, visitó dos veces la clínica de la localidad, y solo le dijeron que “era una gripe, no me examinaron nada, solo me dijeron eso”. 

“Al principio creí que era cosa de la diabetes que padezco, porque me dio muy leve el dolor de cabeza, la calentura y el cansancio, por eso me mantuve con acetaminofén, como dos semanas. Pero, cuando los síntomas se hicieron más fuertes, yo decía que no estaba bien.

Fui a la clínica y me dijeron que era una gripe, no me examinaron nada, solo me dijeron eso. Luego de la segunda visita, que fue un miércoles, solo me recetaron antibióticos. 

Pero al día siguiente, no podía ponerme de pie, el dolor de cuerpo y cabeza era desesperante y fui a un laboratorio donde me dijeron que si tenía dengue, las defensas por el suelo y le recomendaron a mi hija llevarme de emergencia al hospital”, indicó Blanco. 

Julieta, que esperaba disfrutar la Navidad de 2023, junto a toda su familia, ingresó al Hospital Blanco Cervantes el 21 de diciembre, tras una serie de procedimientos que no lograron estabilizar su estado de salud. 

Durante la hospitalización, “me pusieron dos bolsas de plaquetas y todos los días me ponían dos bolsas de suero, pero grandísimas, porque yo no podía ni siquiera incorporarme”.

“En una de las rondas en la que me llevaron el almuerzo, me llevaron una gelatina y nunca me había sentido tan impotente, como en ese momento, porque no la pude abrir. Me puse a llorar y una doctora me ayudó a entender todo lo que estaba pasando y le quitó la envoltura por mí”, agregó. 

Blanco pudo pasar con sus cuatro hijos, nueve nietos y dos bisnietos, las celebraciones de fin y principio de año, sin embargo, las secuelas del dengue grave aún la acompañan. 

“El cansancio y el dolor de piernas son muy fuertes a veces, mis hijas han intentado frotarme y se asustan de mi grito porque no aguantó que me pongan la mano encima”, añadió.

Esta vecina de Alajuelita y su familia revisaron en la casa y no encontraron criaderos del dengue, agua estancada o posibles focos para el crecimiento de mosquitos. Por lo que, pide encarecidamente que, como comunidad, se tomen medidas de mayor cuidado, porque “si yo me enfermé y no había nada en mi casa, imagínese en un lugar con mucha suciedad”.


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