Por Luanna Orjuela Murcia |12 de mayo de 2021, 12:29 PM

Randall Barrantes Granados es asistente técnico de atención primaria (ATAP) en el Ebais de San Pablo de Platanares, Pérez Zeledón.

Él es una de las 84 personas que conforman el Servicio de Enfermería del Área de Salud de Pérez Zeledón. Este miércoles, Día Internacional de la Enfermería, conoceremos la labor diaria de Randall.

El Área de Salud de Pérez Zeledón atiende pacientes en riberas, cerros, montañas, zonas indígenas y lugares remotos; por eso, Barrantes tiene que atravesar difíciles trillos y, a veces, hasta saltarse la hora de almuerzo.

"El acceso de algunas comunidades como China Kichá es difícil, hay calles que no están en buenas condiciones. Hay momentos en los que hay que dejar la moto y caminar 300 metros en senderos donde hay que pasar quebradas, cañales, trechos feos porque por ahí pasan también caballos”, comentó el funcionario de la CCSS.

Sobre aguantar hambre, Barrantes indicó que "en las jornadas de vacunación todos llegan en pelota para vacunarse y a uno, en el afán de vacunarlos a todos, se le pasa la hora de almuerzo y llego a las 3 p. m. al Ebais a comer".


¿Qué es lo más difícil de su labor?

Lo más difícil ha sido la parte de concientización de la gente, que la gente sepa que la vacuna les ayuda a proteger sus vidas. Algunas personas siguen con esa resistencia a ponérsela porque las redes sociales confunden a los usuarios. La tarea de nosotros, más que aplicar un biológico, es la parte de la educación: no convencer a nadie, sino explicar los beneficios de su vacuna.

ATAPS como Randall aplican de 18 a 24 vacunas al día. En su caso, trabaja en el distrito de La Amistad, al ser una zona rural tiene que visitar hasta 12 comunidades.

“Hay que vacunar a tres personas en una comunidad, cuatro en otra y eso hace más lento el proceso por el tema de grupos etarios”, contó.

¿Han desconfiado de usted?

Cuando llego a una casa a vacunar y me preguntan "¿usted sí aplica la vacuna?", "¿usted no está vendiendo las vacunas?" uno siente un balde de agua fría porque la gente que a uno lo trata con cariño le pregunta eso porque se le sembró la semilla de la duda.

Me dicen "Randall, voy a tomar una foto para mandársela a mi hijo", y yo le digo "perfecto, vamos a hacer un video bien bonito, usted me dice cuándo y yo le muestro detalladamente el procedimiento". Y así a la gente le queda la evidencia de que fue debidamente vacunada.

Trabajo de corazón

Tras 11 años de servicio en el Ebais de San Pablo, Barrantes reconoce que está 100% seguro de que lo suyo es trabajar con la gente.

"A mí me gusta mucho sacar el ratito para conversar, saber que la persona se siente bien en los momentos tan convulsos que vive el país", relató.

Él narra cómo en su trabajo tiene lecciones de vida que colecciona en el corazón.

“Aprendí de doña Petronila, una indígena de la comunidad China Kichá, a decir '¿cómo está usted? Yo estoy bien' en el dialecto Cabécar. Hago un recuento de nuestros quehaceres y constato que cada visita domiciliar tiene su propia esencia. Cada meditación que hago me recuerda que somos nosotros, el personal de la CCSS, el que lleva salud y bienestar a los hogares de las comunidades más humildes, somos nosotros los que hacemos esfuerzos que van más allá de nuestras propias capacidades. Nos llaman los pastilleros, los asistentes, los ATAPS, los vacunadores, los auxiliares", aseguró el enfermero. 

"Somos nosotros los que atendemos la picadura de una serpiente, somos los que socorremos a un campesino herido por un machete, somos los que asistimos el parto de una joven adolescente en medio de la incertidumbre, somos los que dejamos para después la hora de la comida con tal de servir”, finalizó Barrantes.

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