3 de enero de 2014, 1:17 AM

Parece algo sencillo, pero doña Eugenia Fernández y 11 personas más dedican ocho horas diarias durante 10 meses para lograr ostras, un producto de calidad criado en Isla Chira.

El proyecto inició hace poco más de un año, cuando un grupo de pescadores decidió dejar de sacar recursos del mar y dedicarse a la siembra de ostras.

En cada una de estas "linternas" caben miles de semillas de ostras, que no miden más de 5 milímetros.

Para que crezcan deben recibir mantenimiento diario, que va desde media hora de sol, hasta un baño en agua dulce para evitar que se dañe la concha.

La Universidad Nacional se encarga de analizar las ostras para verificar que no existan toxinas.

Pero a pesar del esfuerzo, los costarricenses no tienen la costumbre de comer este tipo de productos.

Las ostras que producen en Isla Chira se venden en el restaurante Product C en Escazú.

Ahí las ostras se convierten en un verdadero manjar, ya sea al horno, en salsa o con sólo un poco de limón.

Doña Eugenia espera que cada vez sean más los que se animen a probar estas delicias del mar, pues su esfuerzo busca abrir un camino a este producto.