Por Susana Peña Nassar |7 de mayo de 2022, 16:34 PM

Rodolfo Méndez Mata, ministro saliente de Obras Públicas y Transportes, “teme que hay hechos cuestionables de corrupción que no ha sido posible resolver” dentro de la cartera que lideró durante los últimos cuatro años, precisamente en medio del escándalo “Cochinilla”.

El jerarca, quien interrumpió su retiro de 18 años para regresar a la función pública, no se preocupa por su imagen y dice que se va satisfecho con su gestión, aunque no pudo concretar la reforma institucional que pretendía eliminar instituciones desconcentradas para devolverle potestades a la cabeza del MOPT.

Los logros en materia de obra pública los ejemplifica concretamente: cuando asumió, tardaba 45 minutos en trasladarse de Moravia hasta su oficina, en Plaza Víquez, San José. Hoy, ese tiempo se redujo a 19 minutos: Méndez confía en que otros conductores sientan ese mismo "desahogo" en carretera.

A sus 85 años, anhela retomar el descanso y la vida familiar, no sin antes hacer un análisis sobre el periodo que finaliza este domingo. A continuación, la entrevista que Teletica.com tuvo con el ministro, a pocas horas de dejar el cargo.

Su labor siempre fue una de las mejor valoradas al inicio de la administración, pero llegan los escándalos de corrupción y, de cierta forma, “golpean” su imagen en un momento en que el país estaba avanzando en obra pública. ¿Siente que fue así?, ¿cómo valora esto?

Me parece una realidad que no puedo más que valorar y entender. Las acusaciones que produjo la investigación realizada por el Organismo de Investigación Judicial, investigación que, reitero, nosotros buscamos que se realizara al inicio de la administración, fueron de tal magnitud, cuando dieron a entender que del Conavi se habían sustraído 78 mil millones de colones, pues lo que la gente tenía que valorar era algo terrible y tremendo, verdad.

¿Pero a usted le duele eso, que de cierta forma “opacó” su gestión?

Si yo me hubiera puesto a pensar en el tema de imagen, tomar la decisión de postularme al servicio público a los 81 años, después de estar retirado 18 años, de haber pasado yo por varios ministerios, por la Asamblea Legislativa, etc., lo único que me podía pasar no era fortalecer mi imagen, era correr los riesgos de lo que me ha tocado vivir. Yo no vine aquí por imagen, uno a estas edades no se preocupa, si es que antes se hubiera preocupado por esas cosas: yo vine aquí a sacar una tarea y me parece que se ha logrado. Ahí está, el costarricense la tendrá que valorar en el tiempo.

Históricamente, ¿los términos “corrupción” y “obra pública han ido de la mano?, ¿cree que con estos casos “Cochinilla” y “Diamante” se pone fin a esa percepción?

No creo que se le ponga fin ni creo que pare la corrupción. Con tanto escándalo que ha habido en el pasado, algunos muchísimo mayores que estos, uno hubiera pensado que los funcionarios públicos no se arriesguen a la hora de cometer algún ilícito; pero fíjese que los siguen cometiendo y no es porque sea en construcción. Aquí mismo, en el ministerio, yo me temo que hay hechos cuestionables de corrupción que no ha sido posible resolver con los años y, posiblemente, costará en el futuro.

Solo con instancias como las que utilizó el OIJ, donde tuvieron escuchas telefónicas, etc., instrumentos que la administración no tiene para detectar actos de corrupción. Hay una enorme dificultad para las auditorías; entonces sí, lamentablemente, mientras exista el ser humano y gente que quiera resolver asuntos personales mediante actos de corrupción, lo vamos a tener que enfrentar de alguna manera.

El temor de que adentro existan más casos de ese tipo, ¿es algo que deja advertido a quienes llegan a asumir el ministerio?

Por supuesto que será tema de conversación en la transferencia que haremos con el nuevo ministro. Repito, debe constituirse en una preocupación que todos los funcionarios, con responsabilidad, hagamos. Nosotros actuamos.

Ese temor… ¿Es solo una percepción, porque usted es el jefe y conoce lo que hay adentro, o hay sospechas concretas que va a denunciar antes de dejar el cargo?

El tema ha sido llevado y traído sobre unas áreas de este ministerio desde hace muchísimos años. Hace 40 años, yo tuve una denuncia de que en la revisión técnica vehicular, que se realizaba en aquel entonces en La Sabana, había funcionarios que estaban haciendo cobros indebidos para tramitar las inspecciones. Lo que hice yo fue quitar a las 14 personas que estaban ahí, en aquel entonces se podía hacer esas cosas con esa libertad (…) Lo que quiero decir es que son actos viejos que me ha tocado conocer desde que fui ministro por primera vez y no tengo por qué dudar que cosas similares puedan ocurrir en la administración pública: uno tiene que estar siempre atento.

¿Qué temas quedan pendientes?

La reforma institucional, sin la menor duda. Yo logro entender que ha habido luchas que dar y pongo de ejemplo la administración actual: había que evitar el precipicio el primer año de Gobierno, en materia fiscal, inmediatamente cae la pandemia. No se pueden abordar todos los temas a la vez, si uno trata de abarcar demasiado, no hace nada.

Aquí en el ministerio nos pasó algo parecido: tenía todo bien identificado, el propósito, y sabemos lo que pasó; pero seguimos trabajando en el planteamiento de la reestructuración, estoy dejando documentación que puede ser utilizada por la nueva administración, si así lo desea.

Usted que es tan autocrítico, si tuviera que calificarse del 1 al 10, ¿cuál nota se pondría?

Yo soy muy crítico, siempre me he esforzado por hacer lo máximo posible, que no depende de uno. Si lo que estuviera valorando es que yo, en lo personal, he hecho lo que yo creo que debo hacer, me valoraría mucho más alto de lo que valoraría el trabajo que no es mío, personal, sino la respuesta de la institución a las necesidades que, se supone, la institución debe de cumplir para satisfacer los fundamentos que le dieron origen. En ese sentido, me calificaría con un cinco o un seis.

¿Respira con tranquilidad al saber que ya terminó su etapa en la función pública?

Con muchísima tranquilidad y, además, con la satisfacción del deber cumplido. Yo comento con los compañeros que, como esta función pública ha significado tantos años de mi vida, yo ya no me preocupo por lo que yo hice o no hice, sino que yo estoy pensando en lo que sigue. Esta institución y este servicio, uno lo lleva muy interiorizado, entonces ya estoy preocupándome por cómo hago para hacerle una transferencia al ministro, para que tenga las facilidades, cómo se le puede ayudar, cómo hacemos para que haya continuidad en todo este esfuerzo. Esa es la inquietud que puedo tener, no lo que pude o no lograr en el ejercicio, porque ahí si me voy satisfecho.

¿Estos cuatro años le han pasado una factura en su vida personal y en su salud?

No siento que lo hayan producido. Lógicamente, el desgaste que ha tenido uno y los años que han pasado, no es lo mismo de 81 que de 85, que sale uno, y ha tenido efectos, tanta lucha que ha tenido que dar en distintos temas, que tiene efectos que uno hubiera querido evitarle a la familia; pero, por otro lado, he tenido tanto respaldo en el hogar, que me ha estimulado y me ha servido para sentir una vitalidad por haberle hecho frente a este trabajo.