22 de diciembre de 2021, 12:01 PM

A Anumi Sassaroli se le ilumina el rostro. Se le ilumina cada vez que me habla de su pasión: bucear con propósito. Tiene solo 18 años y su trabajo de voluntaria en el Centro Comunitario de Buceo y Embajadores del Mar (CCBEM) es heroico en la lucha contra el cambio climático.

—Estamos muy orgullosos de poder contribuir con nuestro trabajo— me dice.

Hablo con ella la tarde de un sábado de noviembre en la playa El Chino, en Puerto Viejo. A nuestro alrededor, decenas de turistas disfrutan de este paradisíaco lugar. Frente a nosotros 10 cocoteros lucen ya desgastados en su batalla contra la fuerza de las olas. Los sembraron ahí en los noventa, cuando el mar ya daba muestras de estarse acercando cada vez más. Hoy, las raíces expuestas evidencian que hay un proceso de erosión que ya tiene en riesgo a los comercios que están a sus espaldas.

Ahora, fueron estos jóvenes del Centro de Buceo los que, el año anterior, plantaron cocoteros con los que buscan proteger a la comunidad de la intromisión del mar. Eso sí, hoy tuvieron que hacerlo más atrás por la reducción de la línea de costa.

El CCBEM es una organización sin fines de lucro que nació en 2016. El trabajo con los jóvenes es liderado por María Suárez Toro, una puertorriqueña que hizo de Costa Rica su tierra desde 1974. Es periodista, buceadora y también pescadora. Fue precisamente desde su labor junto a la Asociación de Pescadores Artesanales del Caribe Sur, donde Suárez reflexionó sobre la necesidad de involucrar a los jóvenes locales en la pesca y la conservación del mar.

La forma de atraer a los primeros jóvenes fue un torneo de caza del pez león, una especie invasora que amenaza los arrecifes coralinos sumergidos en el mar Caribe.

—Cuatro jóvenes se lanzaron al mar un día, y cuando salieron del mar y yo les vi el brillo en los ojos, yo dije 'a esto me quiero dedicar por el resto de mi vida'—recuerda con emoción Suárez.

Una vez formalizada la organización, el trabajo del centro corrió como pólvora por todo el Caribe Sur. A este 2021, se han becado 87 buzos y de manera activa cuentan con 25 embajadores.


Jóvenes del Caribe Sur trabajan en el monitoreo y la protección del arrecife coralino (cortesía).

Es el verano de 2019, Anumi se prepara para su primera experiencia con el buceo. El traje da una sensación de estar en un espacio contenido, con un dispositivo de respiración que con la primera inhalación te sumerge en otro planeta. Peces de todos los tamaños y colores te reciben. Pasan a la derecha y a la izquierda. La flora es hermosa y aún más lindo es el coral. Fue amor a primera vista.

—Fue increíble. Fue entrar a otro mundo. Se sintió muy loco— me cuenta con una sonrisa de oreja a oreja.

Para integrarse al centro, los jóvenes antes deben hacer un trabajo comunitario. Es una especie de ganar-ganar: gana la comunidad, gana el joven, gana la organización y sin duda gana el planeta. Desde limpiezas de playas, plantación de cocoteros, trabajos con los niños de la comunidad, y hasta limpieza de fondos marinos.

—Es importante fomentar lo que el centro crea de una manera comunitaria.

Resultados positivos

El arrecife coralino juega un papel relevante en la mitigación del impacto del cambio climático en las comunidades costeras. El coral sirve como barrera protectora de la energía de las olas a la hora de llegar a la costa.

Sin embargo, el mar absorbe el carbono presente en la atmósfera y provoca un proceso de acidificación del agua marina. Esto reduce los minerales que muchas especies, como el coral, necesitan para sobrevivir.

Los corales saludables son brillantes y coloridos gracias a una especie de algas que viven en ellos. Tienen una relación recíproca. Ambos se necesitan para vivir. El aumento en la temperatura del océano provoca el estrés de los corales y esto hace que expulsen las algas que los habitan, provocando en ellos un efecto denominado, blanqueamiento.

Un arrecife enfermo o muerto no podrá cumplir su función de proteger a la costa.

Por eso, el trabajo del CCBEM con los arrecifes es fundamental en la lucha contra el cambio climático. Un convenio entre el Centro de Buceo y la Oficina de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) permite apoyar a los jóvenes para que continúen en capacitación y con la misión de proteger el arrecife.

Los años de labor de monitoreo, limpieza y protección ha permitido que el coral del Caribe Sur de señales de recuperación.

Desde el 2019 hasta la actualidad se ha logrado evidenciar un crecimiento de un 15% en la masa coralina. Además, hay crecimiento de corales bebés y, en el monitoreo hecho por los jóvenes de Puerto Viejo, se ha logrado observar caballitos de mar. Especie que no se veían desde hace 10 años en ese ecosistema. Esta noticia es un indicador de la salud del coral.

—Los corales de esta zona se están rehabilitando. Son resilientes.

Vecinos de Puerto Viejo participan en el Centro de Buceo y Embajadores del Mar (cortesía).

—Hay muchos esperando la tecnología para detener el cambio climático. Esa tecnología no va a llegar. ¡Somos todos nosotros los que tenemos que hacer lo que debemos hacer! — me dice convencida, María Suárez. Está arrecostada a una lancha que duerme sobre la corta playa que hay en esa parte de Puerto Viejo.

Ahí, en medio del color y el sabor de esta zona rica en cultura, un grupo de jóvenes decidieron hacer algo.

Como ellos, hay otros esfuerzos a lo largo de la provincia. Todos tienen la misma misión: involucrar a la comunidad y luchar contra este enemigo que nos tiene en riesgo.

Repase el reportaje completo en el video adjunto.