El avión de LACSA que dejó a los ticos con la boca abierta hace 36 años
El piloto Rodolfo Marín, quien ahora tiene 92 años, realizó un "vuelo bajo" sobre el Aeropuerto Tobías Bolaños el 14 de diciembre de 1986, con motivo del Día de la Aviación. ¿Qué opina hoy de esa maniobra?
Hace 36 años, un avión dejó a los ticos con la boca abierta: el 14 de diciembre de 1986, el B727 de LACSA realizó un "vuelo bajo" sobre el Aeropuerto Tobías Bolaños, en Pavas, con motivo del Día de la Aviación (ver fotografías adjuntas).
Quien iba al mando de esa aeronave era el comandante Rodolfo Marín Conejo, quien hoy tiene 92 años. Él iba acompañado del primer oficial, capitán William Aymerich, y el ingeniero de vuelo, capitán Francisco Araya.
Teletica.com conversó con Marín, quien recuerda perfectamente la maniobra que ejecutó y, tantos años después, tiene una opinión al respecto.
"¿Qué pienso? Que, tal vez, se me fue un poquito la mano (se ríe). Yo estaba seguro de lo que estaba haciendo; pero, de vez en cuando, me pongo a ver esas fotografías...", indicó el piloto retirado.
Él dejó claro que únicamente realizó el vuelo rasante, con pasajeros a bordo, porque había sido previamente coordinado y tenía la autorización de las autoridades de Aviación Civil. Ese día, estaba previsto que dos aviones hicieran la demostración en la terminal aérea josefina: uno que venía de Caracas y otro de Los Ángeles, piloteado por Marín.
"Yo me atrasé, llegué a México y estaba malo, en condiciones cero-cero (sin condiciones para aterrizar). Me tuve que ir a Acapulco, perdí dos horas ahí. Cuando llegué a San José, que supuestamente tenía que llegar a las 11 a. m., llegué a la 1 p. m. A esa hora llegaba el vuelo de Caracas, pero no le permitieron hacer la pasada, porque me habían dado autorización primero a mí; pero esto ya estaba hablado desde una semana antes", relató.
"Yo lo que hice fue como hacer una aproximación de un aterrizaje y, en vez de aterrizar, continué volando. En ningún momento hubo una maniobra brusca, absolutamente nada, fue algo normal. Tal vez los pasajeros se asustaron por ver tan bajo que andaba y que no aterrizamos, pero no hubo una maniobra así, que se le parara el pelo a todo el mundo", agregó el comandante del B727.
Del día de la "pasada", Rodolfo Marín recuerda una anécdota curiosa. "Después de que aterricé, cuando ya pasé por la Aduana, se me arrimó un señor para preguntarme que si yo era el piloto de ese avión, le digo yo que sí, y me dijo que me iba a demandar porque la nieta, que venía a bordo, se había vomitado", contó entre risas.
El protagonista de esta historia se retiró en 23 de junio de 1990. Con LACSA trabajó 35 años y en su historial quedaron 25.000 horas de vuelo y 17.000 aterrizajes. Recientemente, la Asociación Costarricense de Aeronáutica le entregó un reconocimiento por esa trayectoria.
