Por Juan José Herrera |31 de octubre de 2022, 16:30 PM

El Banco Central anunció, este lunes, una mejora en las proyecciones de crecimiento para este 2022, al tiempo que proyecta un 2023 más difícil de lo previsto.

En su informe de política monetaria de octubre, la entidad ajustó al alza el crecimiento de este año, pasando del 3,4% anunciado a finales de julio al 4,3% actual, explicado principalmente por el impulso del turismo y los servicios empresariales e informáticos.

Sin embargo, el 2023 sigue a la baja, pasando de 3,2% a 2,7%, un escenario que continúa empeorando en medio de la compleja situación de crisis que enfrenta el planeta.

El Central aseguró que la elevada inflación es el principal reto de las autoridades monetarias en todo el mundo; prueba de esto es el trabajo de los bancos centrales, que tratan de contenerla mediante la reducción de los estímulos monetarios y el aumento en las tasas de interés de referencia.

Un ejemplo es el reciente aumento de 50 puntos base, a mediados de la semana anterior, que coloca la Tasa de Política Monetaria en 9% anual, para un crecimiento histórico de 825 puntos base desde diciembre pasado.

“Sin embargo, la inflación ha sido más persistente de lo que se percibía en un inicio y todavía está en niveles elevados en muchos países, aunque en algunos, como China y Japón, es moderada”, dijo el Central.

La entidad también aclaró que el crecimiento de este año se compara con el de 2021, cuando el efecto rebote pospandemia provocó un crecimiento de 7,8%, una cifra inusual para el país.

“En cuanto a la política cambiaria, el Banco Central mantendrá su participación en el mercado cambiario como agente del sector público no bancario, y mitigará fluctuaciones violentas en el tipo de cambio no justificadas y asegurará un proceso ordenado de formación de precios en ese mercado”, añadió.

Sobre los principales riesgos, el Central aseguró que el principal sigue siendo que la economía internacional entre en recesión y se generen conflictos sociales, mientras que a nivel nacional preocupa un deterioro más acentuado de las expectativas de inflación con respecto a la meta, una demanda mayor de divisas y un menor acceso al ahorro externo en relación con lo programado.