Por Michelle Naranjo Barboza |19 de septiembre de 2022, 10:19 AM

Hablar sobre la historia de una mujer muchas veces resulta difícil, no porque las mujeres no hayan jugado un papel importante en la misma, sino porque el protagonismo siempre ha sido atribuido al hombre.

Por eso es que, en el contexto del especial de Beneméritos de la Patria que realiza Teletica.com con motivo del mes patrio para recordar a las personas y a las instituciones que dejaron huella y que avanzaron al país en distintos ámbitos, hoy retrataremos el legado de María Emilia Solórzano Alfaro, quien fungió como primera dama en distintos períodos, entre los años 1870 a 1882.

María Emilia Solórzano Alfaro, nacida en Alajuela el 8 de diciembre de 1835, creció en un entorno en el cual su pueblo natal llevaba otro nombre; en aquel entonces, Alajuela era la capital de Costa Rica (1834-1835) y se llamaba Villa Hermosa. No fue hasta el 7 de diciembre de 1848 que pasó a llamarse como la Provincia de Alajuela.
 
Desde muy pequeña, Solórzano sufrió las vicisitudes político-militares derivadas de la participación de su padre y de su tío en el intento fallido por derrocar al presidente de la época, el Dr. José María Castro Madriz, el 28 de marzo de 1848.

A raíz de este acontecimiento, su padre fue sentenciado a cinco años de destierro a Esparza, y su tío, Lorenzo Solórzano, a muerte por fusilamiento. El 13 de mayo de 1848, el Gobierno cambió la sentencia de su tío a cinco años de confinamiento en Puntarenas.

La vida de esta benemérita fue marcada para siempre por estos acontecimientos, y podría decirse que de ellos fue que nació su tesón para luego convertirse en una defensora a ultranza de la vida humana.

Vida matrimonial 

El 18 de abril de 1857, Solórzano contrajo nupcias en la ciudad de Alajuela con el General Tomás Miguel Guardia Gutiérrez, una unión de la cual nacieron cinco hijos.

Tomás Guardia Gutiérrez
Tomás Guardia Gutiérrez participó en la Campaña Nacional de 1856-1857 contra los filibusteros de William Walker.

Guardia Gutiérrez fue el primer militar costarricense en gobernar el país, lo hizo en dos períodos no consecutivos: el primero fue entre 1870 y 1876; en su segunda administración fungió como presidente de facto, desde 1877 y hasta 1882.

En 1870, Tomás Guardia fue nombrado presidente provisorio de la República por la Asamblea Constituyente, luego de que Bruno Carranza Ramírez renunciara al cargo.

Posteriormente, Guardia fue elegido presidente en 1872 durante un periodo de tres años, durante el cual gobernó como dictador, disolvió el Congreso que lo había elegido, y desterró a muchos de sus enemigos políticos.

Para el año 1877, desconoció al presidente Vicente Herrera Zeledón y asumió la dictadura, la cual ejerció hasta su muerte en 1882.

Durante su mandato, su esposa, María Emilia Solórzano, jugó un papel clave que consiguió grandes logros para el avance del país, los cuales repasaremos a continuación y por los cuales, 58 años después de su muerte, fue declarada como Benemérita de la Patria.

Esta benemérita fue quien inspiró una de las medidas más importantes que ha tomado un Gobierno a lo largo de la historia costarricense, una que consiguió suprimir la pena de muerte en Costa Rica en 1882 mediante el Acuerdo N° 1202 aprobado el 10 de abril de 1972. Sobre este hallazgo también indagó otra benemérita, Ángela Acuña Braun, quien dedicó algunas de sus publicaciones a destacar la labor de Solórzano.

"En 1874 cuando al preguntar a su esposa Emilia Solórzano, qué tipo de regalo de cumpleaños se le antojaba, ella con la mayor dulzura le pidió que proscribiera del país la pena de muerte y gracias a un 'capricho femenino', se declara inviolable la vida humana, mucho antes que en otros países catalogados como más cultos en el planeta". (Acuña Braun, 1969, p. 92)

Solórzano jugó un papel clave en la defensa del derecho a la vida; en 1877 movilizó a un grupo de mujeres para interceder en defensa de la vida de varios presos militares, siendo el caso más conocido el del Cabo Francisco Rojas.

Además, luego de volver de un viaje por Europa y de realizar innumerables gestiones para replicar los esfuerzos educativos de esa región en Costa Rica, consiguió traer a las Monjas de Sion a Costa Rica para abrir colegios de segunda enseñanza en Alajuela y en San José.

Durante el mismo viaje, también asistió en compañía de una de sus hijas, Angélica, al matrimonio del Rey Don Alfonso XII de España con María de las Mercedes de Orleans. Por si fuera poco, también asistieron a la coronación del Papa León XIII.

Los regalos de su esposo no culminaron con la abolición de la pena de muerte, ya que, para sus bodas de plata, también le obsequió el Decreto N° VII del 26 de abril de 1882, el cual elevó a rango constitucional el actual artículo 21 de nuestra Constitución, que determina que la vida humana es inviolable.

Se puede decir que Solórzano ha sido una de las grandes benefactoras de la historia de Costa Rica hasta el día de su muerte, el 18 de julio de 1914. No fue hasta 58 años después de morir, en 1972, que la Asamblea Legislativa la declaró como Benemérita de la Patria, convirtiéndola en la primera mujer costarricense y en la única Primera Dama que ha recibido este honor.

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