Por Paulo Villalobos |Por José Fernando Araya |5 de noviembre de 2024, 22:36 PM

Paul McCartney es una leyenda viviente de la música. Con 82 años a cuestas, el británico es fácil el artista vivo más influyente de la música contemporánea. Incluso, hasta puede decirse que su legado será infinito, pues la música de The Beatles se escuchará por siempre.

Con ese cartel, McCartney saltó la noche de este martes al escenario del Estadio Nacional en La Sabana, San José, para reencontrarse con el público costarricense a 10 años de su primera presentación en el país, que muchos creían sería la única.

“Hola Costa Rica. Pura vida mae. Es muy tuanis estar aquí de nuevo”, se animó a decir como si fuese un tico más, apenas unos minutos después de subir al escenario para interpretar A Hard Day's Night y Junior's Farm.

Su vuelta al país se da como parte de su tour Got Back; un show cargado de magia que se convirtió en un repaso histórico de más de seis décadas de música.

De ahí que resultara conmovedor ver hasta tres generaciones juntas corear sus canciones, sobre todo aquellas que hacen recordar a los insuperables Beatles, como con Drive my Car.

Versatilidad única

El Nacional vibró con la salida de Paul McCartney, poco después de las 7:00 p. m. Encima, al reducto se le venían dos horas y media de concierto, con un repertorio de casi cuatro decenas de canciones.

La presentación en su mayoría se orientó en los éxitos The Beatles, pero también incluyó un repaso a su carrera de solista y varios guiños a su época más rockera con Wings, la banda que conformó junto a su exesposa Linda McCartney.

Pero lo de McCartney fue un master class. El británico pasó de tocar su icónico bajo Höfner, a tomar guitarra, sentarse en el piano y hasta se mandó con el ukelele. Pedir más, ya era un exceso.

Así sonaron Let Me Roll It, con dedicatoria a Jimi Hendrix incluida; o My Valentine, dirigida a su esposa Nancy Shevell. Para esta última incluso se contó con la proyección de los actores Johnny Depp y Natalie Portman. De seguido, un sensacional espectáculo con láseres acompañó 1985.

Hubo además momentos para repasar su primer disco como solista con Maybe Im Amazed, una balada romántica que resonó en el corazón de más de uno.

Más fibras movió al tocar In Spite of All the Danger; la primera canción de los cuatro “muchachos” que dieron vida a The Beatles, pero que entonces grababan bajo el nombre de The Quarrymen.

Love Me Do puso como locos a los presentes, quienes corearon a más no poder la emblemática canción.

El baterista Abe Laboriel incluso se contagió de esa energía y sacó los prohibidos al bailar La Macarena o al imitar el ritmo de un aspersor en Dance Tonight.

Después fue el momento de Blackbird —en la que la tarima llevó a McCartney a lo más alto— y Here Today, en la que se rindió un sentido homenaje al ícono fallecido John Lennon.

“Mi compa”, recordó nostálgico el músico, lo que sacó risas en las tribunas.

Aquel lazo de alguna manera se reforzó a través de la inteligencia artificial (IA), que permitió traer a la vida Now and Then; un reciente sencillo de The Beatles. Una vez que la pieza salió expulsada del escenario, este se cargó de fotos de Lennon, pero también de Ringo Star y George Harrison.

De la mano del clásico Something fue el turno para recordar Harrison, su otro amigo.

Ob-La-Di, Ob-La-Da, Band On the Run y Get Back llevaron al éxtasis a los asistentes.

Pero todavía había más: Let It Be gozó de una danza de luces en las graderías, mientras que Live and Let Die fue engalanada por fuegos artificiales. Hey Jude, en cambio, contó con un coro de lujo a prueba incluso de la llovizna que de última hora acudió a la velada.

Después, el artista y su banda se retiraron para descansar unos minutos y venir con todo al cierre de su show.

Rockeando bajo la lluvia

Tras una ovación, Paul McCartney volvió a subir al escenario con la bandera de Costa Rica en sus manos para cantar I’ve Got a Feeling “a dueto” con un John Lennon proyectado en las pantallas del escenario.

La imagen le sacó las lágrimas a más de un fan del cuarteto de Liverpool. Mismos sentimientos trajo a flote la sola llegada del músico al Estadio Nacional, unas tres horas antes del inicio de la presentación, como lo pudo captar un equipo de Teletica.com.

El cierre no podía ser mejor e incluyó I Saw Her Standing, Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band y Helter Skelter.

“Ya nos tenemos que ir”, lamentó McCartney antes de hacer una serie de agradecimientos y presentar a los integrantes de su banda.

De seguido, el británico se despidió de Costa Rica con Golden Slumbers, Carry That Weight –incluido un espectacular solo de guitarra- y The End.

La nostalgia era palpable en el público, que se conformó con un “hasta la próxima” del icónico músico, poco antes de que este se desvaneciera entre una lluvia de confeti.

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