San Blas, el santo que une a Nicoya en una centenaria tradición
Una pequeña, pero venerada imagen del santo patrono recorre desde la comunidad de Nambí hasta la ciudad de Nicoya, en un peregrinaje que ha perdurado por más de un siglo.
Cada 1° de febrero, Nicoya revive una de sus tradiciones religiosas más queridas: la procesión de San Blas (ver nota completa en el video adjunto).
Una pequeña, pero venerada imagen del santo patrono recorre desde la comunidad de Nambí hasta la ciudad de Nicoya, en un peregrinaje que ha perdurado por más de un siglo.
Un recorrido de fe y devoción
Los devotos de San Blas lo acompañan en su entrada triunfal a la ciudad. A pie, en bicicleta o a caballo, los fieles recorren el camino con entusiasmo, mientras las cimarronas llenan el aire con su vibrante música. La emoción crece con cada paso y, a las 5 p. m., la imagen es recibida con el estallido de bombetas, anunciando su llegada a la iglesia.
“Es una tradición que hemos mantenido de generación en generación. Venir en procesión es una muestra de nuestra fe y devoción”, comenta Miguel Paniagua, un nicoyano que ha participado en esta festividad desde su infancia.
El homenaje del 3 de febrero
Aunque la procesión se realiza el 1° de febrero, la fiesta principal de San Blas ocurre el 3 de febrero, día en el que los nicoyanos rinden homenaje al santo con una misa especial a las 10 a. m. Luego, se reparten los tradicionales “bollos de San Blas”, pequeños panes bendecidos por los sacerdotes, en los cuales la comunidad deposita su fe para la protección de la salud.
La celebración concluye con una última misa, tras la cual San Blas retoma su peregrinaje anual por las comunidades del cantón, manteniendo viva una devoción que trasciende generaciones.