Entre fincas y canciones: la historia del “Legendario” de Tucurrique
La voz de Ramón Alfaro resuena con alegría cada mañana, mientras camina entre sus cultivos de palmito.
Entre las montañas y paisajes verdes de Tucurrique, la voz de Ramón Alfaro resuena con alegría cada mañana, mientras camina entre sus cultivos de palmito. A sus 76 años, sigue dedicando sus días a la tierra, con la misma pasión con la que empezó hace más de 60 años (ver nota completa en el video adjunto).
En esta región, donde más de 80 familias viven de la producción de palmito y pejibaye, don Ramón se ha convertido en un símbolo de esfuerzo, amor por el campo y dedicación, razones por las cuales también se ha ganado título del “Legendario”, como le conocen de cariño.
“La finca es mi segundo hogar”, asegura mientras inspecciona con orgullo sus plantas. “Aquí he aprendido paciencia y constancia”, añade.
Un amor que nació con el campo
Desde joven, Alfaro descubrió que su vida estaría ligada a la agricultura. Con sus manos, ha trabajado la tierra día tras día, viendo cómo el campo le ha dado sustento y enseñanzas de vida.
Para él, lo más gratificante no es solo cosechar el palmito, sino saber que su trabajo mantiene viva una tradición. “Ver crecer las plantas, cosechar el fruto y saber que de aquí salen alimentos para muchas familias es lo más bonito”, comenta.
Pero el camino no siempre ha sido fácil. Los cambios en el clima y las exigencias del mercado han traído desafíos que ha sabido enfrentar con perseverancia. “El campo enseña a ser fuerte. Aquí no hay descanso, pero sí mucha satisfacción”, dice con una sonrisa.
Una tradición familiar
El trabajo de don Ramón no se queda solo en sus manos. A lo largo de los años, ha compartido su conocimiento con su familia, enseñándoles el valor de la tierra y la importancia de seguir cultivando.
“Mis hijos han crecido viendo este esfuerzo. Más que un trabajo, esto es parte de nuestra vida”, expresa con orgullo.