Él es un creativo con fósforos y escultor de mensajes sociales
Este adulto mayor encontró en los fósforos su materia prima para esculpir historias que trascienden el simple arte y se convierten en potentes mensajes.
En barrio San Cayetano, en San José, reside un artista cuya creatividad no conoce límites. Carlos Rodríguez, un educador jubilado, ha encontrado en los fósforos su materia prima para esculpir historias que trascienden el simple arte y se convierten en potentes mensajes sociales.
Desde su juventud, Carlos ha sido atraído por las artes plásticas, pero fue en su etapa de jubilación cuando realmente pudo explorar su pasión por la escultura. Con una destreza única, moldea cada fósforo para dar vida a piezas que transmiten emociones, provocan reflexiones y generan conciencia sobre diversos temas que afectan a nuestra sociedad.
Cada una de las esculturas de Carlos es mucho más que una simple obra de arte. Son voces silenciosas que claman por atención, que denuncian la violencia, la injusticia, la pobreza y otros problemas que aquejan a nuestra sociedad. A través de su arte, Carlos busca abrir los ojos del espectador y provocar un cambio, inspirando acciones que puedan contribuir a un mundo más justo y equitativo.
En su taller, rodeado de cientos de fósforos dispuestos a convertirse en piezas de arte, Carlos encuentra su inspiración. Cada escultura es cuidadosamente diseñada para transmitir un mensaje claro y contundente, utilizando la fragilidad del material para resaltar la urgencia de los problemas que representa.
Para aquellos interesados en explorar el mundo de Carlos y descubrir más sobre su obra, pueden seguirlo en sus redes sociales bajo el nombre @Fosfoticos. Allí, compartirá no solo sus creaciones, sino también reflexiones sobre los temas que aborda en su arte, invitando a una conversación abierta y reflexiva sobre la realidad que nos rodea.
Carlos Rodríguez no es solo un escultor, es un narrador de historias, un activista del arte que utiliza su talento para dar voz a los que no la tienen y para inspirar un cambio en el mundo que habitamos. Sus esculturas son testigos mudos de las injusticias y desigualdades, pero también son faros de esperanza que nos recuerdan que, a través del arte y la acción, podemos construir un futuro mejor para todos.
