Cuando el barrio aplaude: así nació la leyenda del Michael Jackson cartaginés
En Cartago, Gerardo Cordero conquistó a su comunidad con humildad, voluntad y un talento para bailar que desarma cualquier tristeza.
En Guadalupe de Cartago vive un hombre cuya historia se sostiene en tres pilares: trabajo, humildad y un sentido del humor que no se agota. Gerardo Cordero, a quien todos conocen como Michael Jackson, empieza sus días antes de que el sol asome por las montañas. Sale a la calle con la determinación de quien sabe que cada día trae un oficio distinto: recoger chatarra cuando lo buscan, rebuscarla cuando no, y aceptar cualquier tarea que le permita ganarse la vida con dignidad.
La comunidad lo quiere como se quiere a quienes siempre están ahí. Los vecinos no solo le dan trabajo; también lo acompañan, lo escuchan y lo tratan con la cercanía que uno se gana con constancia y buen corazón. Gerardo responde a ese cariño con gratitud y entrega, porque sabe que un pueblo también se construye a partir de gestos sencillos.
El apodo que lleva con orgullo no es un simple chiste local. Gerardo ama bailar. Cuando suena la música, sus pasos “prohibidos” recuerdan al ídolo que inspiró su sobrenombre. Ese breve espectáculo improvisado se ha vuelto parte de su identidad: un momento de alegría compartida que arranca sonrisas y aplausos donde sea que esté.
Gerardo Cordero, el Michael Jackson de Cartago, demuestra cada día que la grandeza no depende de títulos ni de riquezas. Muchas veces basta levantarse temprano, trabajar con honestidad y encontrar un poco de luz en el movimiento del cuerpo, en ese ritmo que contagia esperanza.
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