Almuerzos con alma: la historia de una mujer que da sin esperar nada a cambio
Desde Ciudad Quesada, Mariela y su mamá reparten almuerzos a personas en situación de calle. Todo empezó con una niña que llevaba tres días sin comer.
Mientras muchos apenas deciden qué van a almorzar, Mariela Hernández y su mamá ya llevan horas cocinando. Desde su casa en Ciudad Quesada, cada semana preparan decenas de almuerzos que reparten entre personas en situación de calle o vulnerabilidad extrema.
Esta labor solidaria nació hace tres años, tras un momento que las marcó para siempre: un día, la mamá de Mariela vio a una niña llorando en la calle porque tenía hambre. Sin pensarlo, ambas corrieron a casa, prepararon comida y regresaron para entregársela. La niña llevaba tres días sin comer.
“Ese día entendimos que no podíamos quedarnos con los brazos cruzados”, recuerda Mariela.
Desde entonces, su cocina se convirtió en un centro de esperanza. En un inicio, varias mujeres del barrio colaboraban, turnándose para preparar y repartir alimentos. Pero con el tiempo el grupo se disolvió, y Mariela decidió seguir adelante sola, siempre acompañada por su madre.
Hoy reparten almuerzos de lunes a sábado, siempre que haya ingredientes. Su labor se sostiene gracias a la generosidad de personas que, al ver sus publicaciones en redes sociales, donan arroz, frijoles, carne y otros víveres necesarios para continuar.
“Cuando uno da desde el corazón, Dios se encarga de que nunca falte lo necesario”, afirma.
Cada entrega va más allá de un plato de comida. Es un gesto de amor. Las sonrisas sinceras, los rostros agradecidos y los abrazos que recibe en cada recorrido son prueba de que compartir, por más poco que sea, puede tener un impacto profundo.
Conozca más de esta historia inspiradora en el video que aparece en la portada del artículo.