Por Adrián Fallas |13 de junio de 2017, 16:08 PM

Al minuto 52 Johan Venegas recibió sobre la banda izquierda. Estaba solo, el defensa más cercano estaba a cinco metros de distancia. El delantero del Minnesota United afinó puntería y centró buscando a Ureña o a Campbell, sus compañeros de ataque. El servicio se fue por detrás del marco y de la grada bajó el suspiro del que no comprende cómo un jugador profesional puede patear tan mal.

Si bien es cierto la Selección Nacional volvió a ganar, los delanteros ticos siguen sin encontrar las piolas, sumando ya cuatro juegos de eliminatoria sin llenarse la garganta de gol.

Este martes Joel llevó peligro, sin contundencia, por su sector. Marco Ureña no pesó y Venegas se fue de cambio.

El pasado jueves ante Panamá el trío no encontró como vulnerar el marco de Penedo y ambas fechas de la hexagonal Ariel Rodríguez se quedó en banca.

En marzo anterior cuando visitamos el Azteca y perdimos y empatamos en Honduras, la delantera tampoco logró anotar.

Fue acá en el Nacional el 15 de noviembre del año pasado la última vez que vimos a un delantero tricolor celebrar. Venegas y Campbell, por partida doble, se sumaron a Christian Bolaños para llenar de goles el saco de los Estados Unidos.

Se podría pensar que cuatro partidos no son nada, pero en una eliminatoria que se complicó es imposible no detenerse a preocuparse porque la línea de ataque anda con la pólvora mojada.

La fecha FIFA nos deja en segundo lugar en el camino a Rusia, a tres de distancia de México y tres sobre los Estados Unidos.

El calendario tiene cuatro fechas más, visita a Estados Unidos, recibimos a México y Honduras y cerramos en Panamá. Estamos obligados a ganar ambos partidos en casa si queremos ir a Rusia, por lo que es necesario que los atacantes ticos encuentren el gol.

Este martes el Macho Ramírez hizo caso del clamor popular y sentó a un contención y apostó por delanteros. Se puede decir que el cambio de libreto dio frutos –nos dejamos tres puntos– pero sufrimos y nuestra delantera sigue naufragando en una isla sin gol.